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El agresor dijo que si el empresario no le pagaba un dinero 'iba a salir de caza'

Tras el suceso Vicente Miguel E.S. se entregó en los juzgados y dijo: «acabo de matar a un hombre».

J.F.M./F.R./P.M.
El empresario Francisco Salvador Quereda y Vicente Miguel E.S. mantenían una disputa que se inició hace años. El segundo estuvo trabajando como autónomo para el primero, percibiendo comisiones por las ventas efectuadas. Francisco Quereda sospechó que le estaba engañando con las cuentas y después de hablar con los clientes, a principios de este año presentó una querella en el Juzgado de Instrucción número 6 de Palma. En la misma se le acusaba de apropiación indebida de una cantidad cercana a los dos millones y medio de pesetas.

Por su parte, el ex empleado formuló días después otra demanda en el juzgado, en la que curiosamente reclamaba una cantidad similar a la que el empresario dice que le estafó. Hace pocos días que el juez dió por desestimada la demanda de Vicente Miguel E.S., y parece ser que esto le afectó sobremanera y pudo ser el detonante de lo ocurrido ayer. Según se ha declarado ante la policía, una persona relacionada con el empresario recibió el miércoles una llamada telefónica de Vicente Miguel y éste dijo textualmente: «si no me paga el dinero (dos millones seiscientas mil pesetas) voy a salir 'de caza'».

Pero las tensiones y disputas no acaban aquí, puesto que por parte del empresario se formuló por lo menos una denuncia ante la policía, porque el ex empleado había colocado silicona en la cerradura de la empresa y en varios coches. Vicente Miguel llevaba casi un año acudiendo de manera periódica a los juzgados por su denuncia, en la que reclamaba el pago de la citada cantidad. Como sus pretensiones no prosperaban parece que llegó a verter otras amenazas e insultos contra el empresario, a través de llamadas telefónicas a su mujer. Ayer, después de haber efectuado los disparos, se presentó en el juzgado de guardia y dijo textualmente: «acabo de matar a un hombre. Estoy jodido». Después declaró ante el magistrado Antoni Rotger que había tirado la pistola al mar.

Posteriormente el hombre fue recogido por los policías del Grupo de Homicidios y trasladado a los calabozos de la Jefatura. Pero antes fue visitado por el médico forense, que le sometió a un exámen en el cual se detectó que tenía la tensión alta.

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