Paula Varela, la joven gallega acusada de asesinar a su novio en un apartamento de Can Tàpera, mantuvo ayer ante el jurado popular que no cree que ella matara a la víctima, pero no lo puede asegurar porque no recuerda nada de lo que ocurrió aquel día, el 23 de septiembre de 1999.
El fiscal Juan Carrau planteó las preguntas a la acusada para demostrar que ella mató a su novio, Aurelio Blas González, porque éste había decidido abandonarla para volver con su mujer y sus hijas. «No es verdad que quisiera dejarme. Reconozco que teníamos problemas, pero nos queriamos mucho». La acusada, de 20 años, explicó que convivía con Aurelio, de 36 años, en un apartamento. Se habían conocido en casa de sus padres de la víctima, e incluso ella conocía a su esposa y a sus hijas porque había trabajado en su domicilio.
Paula Varela, que rompió varias veces a llorar, reconoció al fiscal que la relación con Aurelio atravesaba un mal momento, asediada por problemas económicos, pero que ninguno de los dos se planteaba separarse. Estos problemas, según la acusada, derivaban de la adicción de Aurelio hacia la cocaína. «Mi sueldo era bajo y ya no sabía que hacer para conseguir más dinero. Se gastaba unas 12 mil pesetas diarias en droga». La mujer reconoció que robaba en las habitaciones que limpiaba en el hotel, pero que «fue él quien me lo insinuó».
La mujer, defendida por el abogado Antonio Platas, explicó que la noche anterior al crimen estuvo en un bar con Aurelio, y después subieron juntos al apartamento. Hablaron y él decidió marcharse. Sin embargo, después volvió cuando ella le llamó por teléfono desde una cabina. Paula recordó que a las siete de la mañana se despertó, gracias a la alarma de su teléfono móvil, y «descubrí que mis manos estaban llenas de sangre». Afirmó que había dormido esa noche junto a Aurelio, agarrada a él, y que su novio apareció por la mañana muerto sobre la cama con un cuchillo clavado en el pecho. «No recuerdo qué pasó. He intentado averiguarlo, pero no lo he logrado. Puede que él se suicidara o que alguien entrara en mi casa y asesinara a Aurelio».
Sobre la posible participación de una tercera persona la acusada puso en escena a la esposa de Aurelio. Afirmó que hacía días que les estaba acosando y explicó que la mujer se presentó en su trabajo y le amenazó con un cuchillo. Precisamente esta arma coincide con la que se utilizó para matar a la víctima. La acusada niega que esa mañana llamara a la esposa de su novio para pedirle que le perdonara.
La acusada tardó 15 horas en avisar a la
policía
El fiscal señala que la muerte de Aurelio pudo producirse antes de
las seis de la mañana del día 23 de septiembre de 1999. Ello se
desprende de que la acusada hizo varias llamadas telefónicas desde
el teléfono móvil de la víctima. Estas llamadas las realizó a la
esposa del fallecido y a su madre. Sin embargo, Paula afirma que
ella se despertó a las siete de la mañana y que la única llamada
que recuerda fue a su madre, que le aconsejó que llamara a la
policía. Ella, sin embargo, no avisó de lo ocurrido hasta más allá
de las diez y media de la noche, es decir, más de 15 horas
después.