José Antonio E.M., el camarero detenido el pasado lunes por el apuñalamiento de un albañil en Can Picafort, y que murió horas después en Son Dureta, ingresó ayer en la cárcel de Palma tras prestar declaración sobre los hechos acontecidos. El acusado pasó más de 48 horas en los calabozos de la 313 Comandancia y ayer por la tarde fue trasladado en un furgón a los juzgados de Inca, para responder a las preguntas del magistrado del juzgado de instrucción número 4, que ayer estaba en funciones de guardia. El sospechoso, que cuenta con antecedentes policiales, llegó a las cinco de la tarde a las dependencias judiciales y dos horas después prestó declaración ante el juez. El contenido de su versión no ha trascendido, pero a su término el titular ordenó su ingreso en la prisión de Palma.
José Antonio, en un principio, negó ante la Policía Judicial de la Guardia Civil que hubiera apuñalado a su 'amigo' y fue la Benemérita quien le comunicó que Félix Lamela, de 39 años, había fallecido en Son Dureta a consecuencia de las heridas recibidas en las piernas y el escroto. La Benemérita ha mantenido un mutismo absoluto sobre el caso y ayer ni siquiera la Oficina Periférica de Comunicación (OPC) facilitó detalles del estado de la investigación, algo muy inusual cuando se trata de un crimen prácticamente cerrado desde el punto de vista policial.
Lo cierto, sin embargo, es que las pruebas reunidas por los investigadores, al menos en las primeras horas, no eran definitivas y faltaba por localizar el arma homicida y una declaración de culpabilidad del acusado. Los testigos presenciales, en cambio, fueron contundentes y aseguraron a la Guardia Civil que habían escuchado cómo José Antonio -refiriéndose a Félix- advertía: «le voy a pinchar en el bajo vientre».