En medio de un hedor repugnante, cientos de miembros de los equipos de socorro cavaban ayer frenéticamente, con ayuda de palas o con sus propias manos, para desenterrar a las víctimas del derrumbe de un basurero en la periferia de Manila, un siniestro cuyo balance podría superar los cien muertos, según datos oficiales. Durante la tarde de ayer, un total de 85 cadáveres, la mayoría de ellos irreconocibles, fueron retirados de entre las basuras y el lodo que se abalanzó en la mañana del lunes sobre un grupo de viviendas improvisadas que habían sido erigidas al pie del basurero en el distrito de Payatas, en Quezon City. Las autoridades tienen una dificultad especial para establecer el número de víctimas, ya que ignoran las personas que vivían en este emplazamiento. El derrumbe de la montaña de detritus engulló toda una hectárea de esta comunidad que vivía de los restos que en ella se depositaban.
«A las 17:00 de la tarde locales el balance de víctimas era de 85 muertos», indicó Kit Villaranda, la responsable de los equipos de socorro de la Cruz Roja filipina, que aseguró que «la mayoría de los cuerpos están irreconocibles, e incluso los familiares encontrarán difícil identificar a sus muertos». A pesar de ello, Villaranda indicó que aún esperan encontrar a algunas personas con vida, si bien esta posibilidad disminuye con el paso de las horas. Por su parte, el ministro de Defensa, Orlando Mercado, reconoció que las autoridades no tienen datos sobre la cifra de muertos.