A lo largo de la semana se ha destapado la caja de las esencias -fétidas- que en ocasiones perfuman a más de uno de los que de una u otra forma está relacionado con el mundo del juego. El caso no ha hecho más que empezar y, como siempre, serán los tribunales los que delimitarán las responsabilidades. El caso, que estalla en forma de noticia cada dos o tres años, vive sus momentos iniciales. Estamos hablando estos días del interino de Hisenda que denuncia a un empresario del juego, a un detective privado y a su empleado. A su vez, éstos denuncian al funcionario y recuerdan que ya se interpuso un recurso contencioso administrativo el año pasado contra el mismo funcionario. A partir de ahí cada uno cuenta la parte de la historia que le interesa y oculta la que le da vergüenza que se haga pública.
De todo esto puede salir cualquier cosa, pero lo cierto es que el mundo del juego en la Isla -o parte- está otra vez revuelto y en las conversaciones privadas se dejan caer palabras como corrupción, favoritismos, intereses creados y, en definitiva dinero, mucho dinero. Pero la crónica de la semana en esta sección ha dado para más. El miércoles, por ejemplo, una turista murió ahogada en Santa Ponça. A la noticia, luctuosa, hay que añadir que en el momento del suceso la playa estaba casi repleta de bañistas, la mayoría de los cuales no se inmutaron por lo ocurrido. Y si hablamos de accidentes de tráfico, esta semana hemos destacado en estas páginas el ocurrido en el Campus de la UIB, en la curva de Pelaires y el del coche que se cayó al cauce de sa Riera. También ha sido noticia la detención de 'hooligans' en Calvià, y el juicio al joven que atacó a sus padres con un hacha y dijo que se lo ordenó un demonio encarnado en un cabrito.