La instalación en pleno corazón de una zona residencial de la ciudad holandesa de Enschede de una fábrica pirotécnica, cuya explosión causó ayer unos 20 muertos, 562 heridos y que unas 400 viviendas quedaran totalmente destruidas, generó una fuerte polémica en Holanda. Al día siguiente de la tragedia, numerosos supervivientes y autoridades locales expresaron su estupor, asegurando que ignoraban la naturaleza del almacén de la empresa Fireworks que causó la tragedia.
Sin entrar totalmente en el debate, el primer ministro holandés, Wim Kok, se declaró «sorprendido» y se mostró favorable a «una investigación exhaustiva e independiente». Según el alcalde de Enschede, Jan Mans, la empresa Fireworks se estableció en 1977 en dicha localidad. Al principio se había instalado en una zona no urbana.
Sin embargo, en un país con una densidad de población tan alta como Holanda, el crecimiento de los barrios residenciales (Enschede cuenta hoy con 150.000 habitantes) terminó por rodear totalmente el lugar que ocupaba la industria.
La empresa Fireworks gozaba de una reputación de «empresa seria» en su sector y almacenaba principalmente fuegos artificiales fabricados en China, disponiendo de todos los permisos exigidos y superando siempre todos los controles de seguridad, aseguró este fin de semana el alcalde de Enschede. No obstante, una buena parte de los habitantes de la ciudad desconocían las actividades de esta empresa.
Las explicaciones de la empresa y de las autoridades políticas holandesas no parecen haber convencido a los afectados por la deflagración de ayer, muchos de los cuales nunca habían sospechado el peligro que representaban los productos almacenados por Fireworks.