EFE-NAIROBI
El número de muertos en el suicidio colectivo de una secta
religiosa apocalíptica del oeste de Uganda, que se encerró en una
iglesia y le prendió fuego, puede llegar a 500, dijeron ayer
portavoces de la Policía ugandesa desde Mbarara, la capital de la
región. Según las fuentes, los médicos forenses y los efectivos
policiales que investigan el caso no han informado aún de la cifra
final (que informes anteriores situaron en 235 mientras algunos
diarios ugandeses contabilizan 600) y la identificación de los
cadáveres es «imposible», ya que los restos han quedado calcinados.
Las víctimas eran miembros de una secta apocalíptica denominada
«Restauración de los Diez Mandamientos de Dios».
Muchos de los que murieron en la tragedia, incluidos unos 45 niños, no sabían lo que iba a ocurrir cuando los líderes de la secta se encerraron el pasado viernes con sus seguidores en el templo que el grupo tenía en la localidad de Kanunga, en el distrito de Rukingeri, a unos 320 kilómetros al sudoeste de Kampala, la capital ugandesa, añadieron.
Fuentes de la Policía ugandesa declararon que no es posible determinar el número de muertos en el suceso, que es posiblemente el segundo mayor suicidio masivo en la historia reciente, porque el fuego fue tan intenso que los restos están prácticamente calcinados. Subrayaron que, aunque el incidente está siendo investigado como «suicidio colectivo», el caso de los menores es tratado como «asesinato».
La zona del drama esta próxima a la frontera con la República Democrática del Congo y cerca del parque nacional de Bwindi. El templo funcionaba en las instalaciones de una escuela que la secta, que estaba registrada como una organización no gubernamental, había edificado en Kanunga como parte de un proyecto de desarrollo comunitario, señalaron las fuentes policiales.