Un vecino de ses Salines fue ayer juzgado por un delito contra la flora y fauna, tras ser sorprendido cazando ilegalmente en la finca de sa Vall, propiedad de la familia March. El fiscal, que solicita una pena de multa, acusó ayer a Bartolomé M.V. de dedicarse ilegalmente a la caza de perdices en esta finca situada entre ses Salines y sa Colònia de Sant Jordi.
El hombre, según narraron los testigos, había aparcado su coche junto a la carretera y se había adentrado en la finca para cazar durante la época de veda. La propiedad de la finca tiene varios guardas forestales que tienen la misión de controlar esta caza ilegal. Fue uno de estos guardas quien detectó la presencia de una luz. Sospechó que se trataba de un cazador furtivo y decidió cogerle. Otro de los guardas fue testigo como el hombre cazaba con un palo largo a cuyo extremo había colocado una red. El cazador se guiaba con una luz con la que deslumbraba de noche a las perdices. Pese a que fue identificado por los guardas Bartolomé M.V. salió corriendo de la finca, y ayer incluso negó que él estuviera cazando. Sin embargo, los guardas aseguraron que lo vieron andar por la finca con la linterna y con la red, y sabían que se trataba del acusado porque es una persona muy conocida en ses Salines.
Uno de los guardas explicó que el peligro de estos cazadores no es que el número de perdices que ellos cazan, sino las que dejan de nacer. Estas aves suelen dormir en zonas descampadas y cuando un cazador le apunta con la luz, se asustan y se dirigen hacia la zona de matorral, donde mueren atacadas por animales salvajes. Si esta actividad se realiza durante la época en la que se prohibe cazar las consecuencias son mucho más grave, porque las perdices dejan de poner huevos y se evita que nazcan las crías.