Yan Yü, el doble homicida de Porto Cristo, envió una treintena de cartas al padre de Wei Di Xu. En las mismas el joven oriental de 26 años expresa su amargura por un amor no correspondido y expresa en innumerables ocasiones su deseo de venganza.
Escribe textualmente que matará y en otras señala que él se quitará la vida. Todos los originales de las cartas han sido entregadas a la policía y el padre de Wei Di, receptor de las misivas, ha accedido a entregarlas a Ultima Hora y dado su permiso para que sean publicadas. De la treintena se han traducido dos, en las que se resume el sentimiento de amargura de Yan Yü y las amenazas.
La primera la recibió el padre de Wei Di la mañana del día del doble crimen. Esta es la traducción, lo más literal posible debido a que se denota que está escrita por una persona con un bajo nivel cultural: «Yo trabajaba en el restaurante para poder estar cerca de Wei Di. Me quitaré la vida hoy mismo ya que usted me rechaza como yerno. Si no puedo estar con ella prefiero morir, pero sé que mi muerte tampoco os dará la felicidad. Usted no cree que yo sea capaz de cumplir todas mis amenazas, pero puede estar seguro de que lo haré. Yo quiero mucho a su hija pero ella no me quiere y usted es el culpable de mi infelicidad. No quiero que se marchen de Porto Cristo porque necesito estar cerca de ella. Por su culpa no puedo contarle a mi padre que me quiero casar con una mujer que no me quiere. Sé que no tengo dinero pero estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para estar con Wei Di. Desde que ella me rechazó estoy abatido y he caido en el vicio de jugar. El poco dinero que tengo lo gasto en las máquinas tragaperras. Y esto es por su culpa. Yo igual que usted, salí de China con el deseo de prosperar pero ahora sólo me importa su hija. Ella no me quiere y eso me pone enfermo. Sé que estoy tonto y que me he hundido por culpa de su rechazo. Estoy abatido y mi cabeza está enferma porque cuando era el momento de arreglar esta situación usted no quiso hablarlo. Ahora ya es demasiado tarde para mi. En mi vida he tenido dos amores, el primero se casó con otro hombre y ahora Wei Di no quiere ser mi esposa. Esto me ha hecho perder la cabeza. Soy una persona sincera y nunca os mentiría. Quiero mucho a su hija y no puedo dejar de pensar en ella. Un día, caminando por la calle, me encontraba tan absorto pensando en ella que un coche me atropelló. Yo solo le pido que me telefonee, que se fie de mi porque yo le quiero mucho».