A medida que se avanza en los trabajos para rescatar a las víctimas del terremoto en Turquía se van conociendo datos escalofriantes: Siete mil muertos hasta ayer y unas 35 mil personas siguen atrapadas entre los escombros.
Mientras tanto, la ira popular se ha desatado en Turquía contra los constructores de las viviendas que se derrumbaron en el terremoto, y se ha producido algún intento de linchamiento.
Las tareas de rescate continúan y un fuerte hedor a muerto comienza a salir de entre los escombros en las ciudades más afectadas por el seísmo, lo que hace temer que se desaten epidemias.
En Yalova, una de las ciudades más afectadas por el seísmo, el constructor Veli Gocer consiguió escapar de la sed de venganza de las víctimas de la catástrofe, que intentaron lincharlo y sólo lograron quemar su automóvil.
El 90 por ciento de los 16 bloques y 572 viviendas construidas por Gocer y vendidas a precios bajos en esa ciudad, quedaron convertidas en ruinas por el terremoto.
Los expertos alertaron de que ayer era la última oportunidad que se tenía para rescatar personas con vida ya que es imposible sobrevivir sin agua tantos días y con temperaturas que pueden llegar a alcanzan los 40 grados centígrados.
Enterrar a los muertos es otro grave problema hoy en Turquía. Los cementerios de las provincias del noroeste del país afectadas por el seísmo están llenos por las miles de víctimas, por lo que las autoridades municipales comenzaron a excavar nuevas fosas para enterrar a los nuevos cadáveres que cada minuto son extraídos de los escombros de los edificios derruidos.
Los técnicos en rescates de varios países trabajan ya en la zona. Entre éstos se encuentra el mallorquín Andreu Munar, sargento del Cos de Bombers de Palma y especialista en búsqueda y rescate de víctimas atrapadas en escombros.