Ana Belén Gil, la mujer que murió asesinada en el cementerio, quería abandonar la relación con su novio Bartolomé Clar (a quien conoció en la prisión de Palma) porque el joven se había vuelto muy posesivo y no le permitía hablar con los demás presos. Así lo afirmó ayer la madre de la víctima, que declaró como testigo en el juicio contra el preso que mató a su novia durante un permiso.
La madre explicó que el día 20 de diciembre de 1996 acudió a la cárcel a buscar a su hija, y la joven se encontró con la sorpresa de que a su novio también le habían otorgado un permiso. «Ella no sabía que su novio salía de permiso». Los dos días siguientes el acusado los pasó casi todo el tiempo con Ana Belén. A la madre el acusado le parecía «muy educado e inteligente» y que por ello aceptaba la relación con su hija.
Al principio el acusado se mostraba muy cariñoso con la mujer. Sin embargo, con el tiempo, según la madre, «Ana Belén me contó que quería cortar con Bartolomé porque era muy posesivo y unos presos me dijeron que le había amenazado con un destornillador». Sobre los dos días que pasaron juntos, según la madre, Bartolomé apenas visitó a su familia. El domingo por la tarde la mujer escuchó que el acusado le decía a su hija «que no quería volver a la cárcel» y que ella le prometió que le ayudaría. A las dos de la tarde del domingo la pareja se marchó de su casa «para visitar a la madre del acusado, a la que apenas había visto». La mujer afirmó que no era cierto que su hija tuviera intención de visitar la tumba de su padre. «Ana Belén me dijo que volvería a las siete de la tarde, pero ya no regresó». Según la madre, su hija, cuando salía de permiso, le gustaba mucho estar en casa y por ello apenas salía. La mujer se enteró de la muerte de su hija al ver la foto de su cadáver en la prensa. La madre aseguró que no le constaba que su hija tomara drogas, tal como afirmó el acusado.