El asesinato de Mónica Juan Roig, una joven ibicenca de 19 años, sigue siendo un misterio después del tiempo transcurrido. La desaparición sucedió el 9 de diciembre de 1995 en la isla de Eivissa y supuso un reto para los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, ya que en las investigaciones llevadas a cabo participaron agentes de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía sin que hasta la fecha (se cumplen tres años de aquel suceso) se hayan obtenido las pruebas suficientes.
Solamente se pudieron recabar pruebas circunstanciales sobre el principal sospechoso y que en opinión de los jueces no fueron suficientes para ordenar su procesamiento. La Guardia Civil elaboró un informe que fue remitido a la autoridad judicial y en el que se indicaba que el móvil del asesinato sólo pudo ser "un arrebato pasional, bien por la persona que salía con ella, bien por la persona que deseara salir con ella o hubiera salido". El sospechoso que fue reiteradamente interrogado después del hallazgo del cadáver, mintió (faltó a la verdad),-dice el informesobre dónde y con quién estuvo la noche en que Mónica Juan desapareció.
La Benemérita establece que existió un "vacío horario" durante el cual el sospechoso pudo haber cometido el crimen. Según las investigaciones realizadas en torno al crimen, Mónica Juan cuyo cadáver aparecería degollado el día de Nochevieja en un descampado de la Parroquia de Jesús, mantenía supuestas relaciones sentimentales con un joven de Santa Eulària y a la vez se carteaba con otro palmesano, este último le había pedido que se fuera a vivir con él.
La autopsia realizada al cuerpo de Mónica demostró que no había sido violada y que trató por todos los medios de defenderse a juzgar por las heridas de sus manos y los cortes aparecidos en una carpeta porta folios que debió usar la víctima como escudo. Un corte limpio en el cuello seccionando la tráquea fue lo que ocasionaría su muerte por shock hemorrágico y colapso pulmonar.