El otro día, una persona amiga, muy reflexiva y aguda, me dijo: «No es lo que tenemos, sino lo que somos, lo que nos da la verdadera felicidad».
La genuina felicidad proviene del ‘ser’ y no del ‘tener’.
Un ‘tener’ justo y humano es necesario para el hombre y la mujer. Sin este ‘tener’ no pueden desarrollarse como personas. Pero lo que de verdad importa es el ‘ser’. De allí surge la felicidad.
El ‘ser’ más con los otros (solidaridad) y el ‘ser’ más para los otros (fraternidad) son las auténticas fuentes de la felicidad.
El ‘tener’ nos podrá dar comodidad, seguridad, goce y bienestar, pero solo el ‘ser’ nos proporcionará la verdadera felicidad, que proviene de dentro. Solo desde la profundidad de nuestro interior puede surgir la verdadera felicidad.