Resultó polémica el año pasado mi conferencia en la biblioteca del Cort (Ayuntamiento) de Palma de Mallorca. No digo muy polémica (no me quiero vanagloriar). Unas bibliotecarias (dos, creo) se quejaron en un chat y luego se desistieron. Y afuera, según algunos, llegaron cien gritones; según otros, apenas la mitad. No pudieron llenar ni la Plaça de Cort de Palma, la más pequeña del mundo (pasas rápido y te la pierdes). Para colmo, cuando salí ya todo se había desinflado—no había nadie—. Pero eso ha bastado, ahora que regreso, para describirme en los encabezados como «el polémico historiador proisraelí Gil-White.»
Bueno…
Hoy, en vísperas de mi segunda conferencia en Palma, mis muy escasos detractores palmaires han desfigurado los muros de su bellísima ciudad con mi foto, alegando que yo apoyo un genocidio contra los árabes palestinos. Qué diantre. Todo esto no es más que un simple malentendido. ¡Pues si yo comulgo con mis presuntos detractores—con ese puñado infinitesimal del que hablo—en la imperativa de salvar a los árabes palestinos! Además, ¡estoy de acuerdo que el Estado de Israel tiene una deuda con ellos!
Tengo harto material sobre esto, pero basta con mi presentación de este año en la Universidad de California en San Diego (subtitulada al castellano): ‘¿Qué le deben los israelíes a los árabes palestinos?’ El sufrimiento de los árabes palestinos, explico ahí, es obra de OLP/Fatah (‘Autoridad Palestina’) y de sus aliados de Hamas. Dado que fue Israel quien dejó entrar a estos terroristas, el mismo Israel debe ahora derrotarlos y liberar a sus víctimas.
En mi substack, el año pasado, responsabilicé a los periodistas de Mallorca y de España por el malentendido. Pues, no obstante que mis redundantes y pretendidas ilustres pontificaciones pululan en internet, y con un simple clic las exhibes en pantalla, estos ‘periodistas’ no han hecho sino repetir las acusaciones de algunos propagandistas (a excepción de Última Hora, que me entrevistó). Por eso andan tan confundidos mis poquísimos ‘opositores.’ Y aquí estamos un año después. Mis ‘detractores’ de Palma, si bien numéricamente insignificantes (casi inexistentes), siguen profundamente desinformados.
Yo comparto la culpa. Debí entender que mi substack de apenas 5,000 suscriptores (te invito a sumarte—es gratis—) no sería visto por mi público meta: aquel ínfimo puñado de presuntos opositores palmaires. Aprovecho entonces la generosidad de Última Hora
(¡muchas gracias!), pues su tiraje llegando a los 30,000, mas vistas en línea sin duda muy superiores a eso, y todo ese consumo en Mallorca, me permite enderezar mi estrategia de comunicación. Con algo de suerte, algún integrante de este piccolo, piccolo grupito de mis confundidos aliados estará leyendo estas líneas.
Me dirijo entonces a esta persona. Amigo (¡aliado mío, camarada!), te ruego que después de leer esto pegues la liga de este artículo en aquel chat casi despoblado donde intercambias mensajes sobre Francisco Gil-White con tus muy escasos amigos. Así todos se enteran. Y luego no olvides notificar a la policía que han cancelado su ‘protesta’ y que ya no harán el ridículo. Digo, porque el año pasado, por verse obligados a ser sus niñeras (no fueran a hacer alguna violenta tontería), los polis se perdieron un buen partido de futbol. ¡Yo sentí una culpa tremenda por esto! ¿Ustedes no?
Ahí te lo encargo…