Twitter, ahora llamado X, está de capa caída. Numerosos usuarios y empresas están abandonando la red social del nuevo secretario de Estado de Donald Trump para refugiarse en la competencia o simplemente salir de la zona más fangosa de la red. Unos por hartazgo y otros en busca de mayor credibilidad, huyen, a modo de gran estampida, de las garras de Elon Musk. Prestigiosos medios de comunicación intentan distanciarse del hilo de las grandes mentiras, los bulos y las manipulaciones. No es una decisión fácil porque, al mismo tiempo, X está lleno a rabiar de individuos que buscan información y que quieren opinar libremente. Pero por lo visto todo no puede ser. La opinión a chorreo, sin filtro y sin respeto, degenera rápidamente en un universo de verdades a medias y de mentiras completas. Hace mucho tiempo que no entro en Twitter y aunque tengo un perfil, hace años que ni publico, ni comparto nada. Generalizar es tremendamente peligroso, pero no erro si digo que está a rebosar de gente rabiosa, enfurruñada, infeliz, maleducada y desagradable. Cobardes internautas que se ocultan en el anonimato para embarrarlo todo, sacar lo peor de sí mismo y salpicar como aspersores. Y aunque abunda el ocurrente sentido del humor de más de uno, no es un espacio sano ni recomendable. Lo peor es que se ha convertido en la mano que mece la cuna.
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