El momento de hacer la cosa es más importante que la cosa en sí, y esto vale para la política, el fútbol, el amor, la comida y la supervivencia. Los pistoleros de los westerns lo sabían muy bien; no es lo mismo disparar antes que después, y de los mejores se decía que tenían el don del momento preciso. La gente corriente suele carecer de este don, se precipita o se demora, se hace un lío con el antes y el después. Malo si es antes de tiempo, peor si es tarde. Cualquier cosa a destiempo es un error garrafal, incluso si fuese un acierto. Nada peor que un acierto a destiempo. Los políticos y su prensa afín, cuando ya han criticado y puesto de vuelta y media a la cosa, aún les queda como traca final el ataque feroz al momento escogido, que siempre es a destiempo. Lo vimos con la pandemia y lo vemos ahora con la catástrofe valenciana. Suele pasar en las grandes calamidades, porque si eso del momento preciso es complicado (y opinable), figúrense en medio del desastre inesperado. Años después, todavía se cruzan durísimos reproches de precipitación o tardanza. De mala actuación, que es la actuación a destiempo. Incluso ciertos políticos a los que se elogia su manejo de los tiempos, suelen lograrlo por el procedimiento de no hacer nada, ni antes ni después, y dejar pasar el tiempo. Se diría que nunca ven el momento, y eso que se ahorran. Llevamos más de una semana repitiendo que no es momento de peleas y diatribas, y nada, ni así pillan el momento. Esto se debe, como ya he mencionado, no sólo a que el momento preciso es algo muy difícil (hay escritores, y enamorados, que no lo encuentran nunca), sino a que es opinable. Un fantasma de la mente. Que no existe. Cada cual tiene su idea del momento, según su modo de ser temporal. Yo nunca hago la cama cuando me levanto sino cuando me acuesto, que es cuando me hace falta. Tampoco me ducho al levantarme para estar presentable, sino antes de acostarme para pasar gusto y dormir mejor. Me temo que escojo el momento en función de mí mismo, pero claro, yo no soy un dirigente gestionando calamidades. Puedo hacer las cosas a destiempo. Eso sí, sabiendo perfectamente que sea lo que sea, el momento justo es lo único importante.
El momento es lo importante
Enrique Lázaro | Palma |