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Los jueves

| Palma |

No suelo ser de hablar mucho a no ser que me pregunten. El otro día en un acto de esos a los que vas por ir, pero realmente estás a otra cosa, sobre todo si hay jornada de Champions, hablaban de eso tan recurrente de lo que se habla cuando te encuentras con tipos como tú igual de desganados. Uno dijo que empezó a hacerse viejo cuando tuvo el primer hijo. Otro contestó que se hizo mayor cuando firmó la primera hipoteca y un tercero aseguró que notó el cambio cuando tuvo una hernia. Yo escuchaba sin decir nada hasta que me di cuenta de que los ojos de los tres personajes a los que apenas ponía nombre se posaban sobre mí esperando mi opinión. Me considero bastante práctico en todo y huyo de conversaciones trascendentales que vayan más allá del tiempo, el tráfico o el fútbol. Pensé rápido una respuesta que estuviera a la altura dadas las tesis profundas que escuchaba: hijo, hipoteca y hernia. Difícil de igualar. Así que me puse serio y dije que yo me volví viejo de repente cuando dejé de salir los jueves por la noche. Silencio y expectación a la espera de matizar mi teoría. «Cuando salía los jueves me sentía joven, cuando dejé de salir los jueves me sentí viejo». Fue un argumento pobre, pero más o menos convincente. «Lo del tardeo -añadí- me pilla desmotivado». Supongo que de todos los razonamientos expuestos fue el más absurdo, pero tal vez el más sincero. Me envalentoné y di mayor fuerza a mi estúpida teoría: «A cierta edad hay que saber en qué invertir la poca energía que uno tiene», saludé y me marché a ver un partido del Girona en Champions. No todas las preguntas tienen respuesta y eso de volverse viejo o no es muy relativo. Clint Eastwood con 94 años sigue rodando películas. Igual en mi caso debería volver a salir los jueves a ver qué pasa.

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