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Elecciones

| Palma |

No deja de ser curioso que a poco más de dos semanas para las elecciones de Estados Unidos, todo el mundo tenga puestos los ojos en sus urnas. El duelo entre Donald y Kamala (o Trump y Harris) tiene en vilo a una gran parte del mundo. De hecho, en la plataforma Movistar hay un canal específico de 24 horas sobre el combate electoral. Elon Musk, el dueño de Twitter (por mucho que se empeñe en rebautizarlo como X), apedrea a los twiteros una y otra vez con propaganda electoral y no duda en mostrar su apoyo (y de paso, sus extrañas parafilias) en las redes. Harris lo tiene difícil ante un electorado, el suyo, especialmente exigente con las contradicciones de sus líderes políticos. A Kamala se la puede admirar por muchas cosas, pero su posición en la guerra entre Israel y Palestina levanta muchas suspicacias. Los jóvenes, su caladero electoral natural, parece que no lo tienen nada claro. En estos tiempos feos y raros, a lo mejor hay que hacerse a la idea de que Trump volverá a acabar lo que no le dejaron la última vez. Y de paso, igual consigue llevar a cabo la reforma legislativa por la que se levantaría la prohibición de gobernar un máximo de ocho años. Nuestra única esperanza es que tiene 78 años.

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