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L’aigua no es perd tota per un sol forat

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Mercedes Garrido y Pilar Costa son dos hooligans que están dispuestas a todo en tal de dejar en evidencia al presidente del Parlament, Gabriel Le Senne. Su misión, desde el mismo día que fueron elegidas integrantes de la Mesa de la cámara en representación del PSIB, ha sido la de embarullar y crispar todo lo posible, hasta hacer que el presidente pierda los estribos. Así, es fácil acusarle de ser él quien protagoniza los altercados bochornosos con que nos obsequian últimamente. Hasta que no llegó Le Senne, ningún diputado había sido expulsado, pero falta añadir que hasta que ellas no entraron en la Mesa, nadie se había comportado de una forma tan grosera, hostil e irrespetuosa para con el resto de parlamentarios. Disfrutan provocando a Le Senne. Raro es el día que Garrido no termina sus intervenciones hablando cuando ya se ha agotado su tiempo, o sin estar en el uso de la palabra, con comentarios fuera de lugar. Sabe cuál es su papel y lo ejerce con indisimulado goce. Lo enmascara de libertad de expresión, pero se trata sencillamente de marrullerías. Garrido y Costa están en la Mesa para eso y a eso se dedican.

Claro que tienen delante a un presidente que presume de velar por la neutralidad de la Mesa en todo momento, cuando lo que hace es cumplir órdenes de la dirección nacional de Vox. Ellas incurren en la utilización espuria y oportunista de las imágenes de Aurora Picornell y les Roges del Molinar, como ha señalado Josep Castells de Més per Menorca. Él cree beneficiarse de la confrontación con las alborotadoras diputadas socialistas. Ellas sacan el trapo rojo y él embiste por instinto –y porque se lo mandan– sin calcular ni las consecuencias de sus embestidas. No ve más allá. Ya es la segunda vez que lo hace. Mal está el comportamiento de ellas, pero la reacción del presidente Le Senne no es mejor. Y en todo caso, es mucho menos inteligente. Ellas le provocan mostrándole un capote rojo y él embiste como un miura. ¿No ve a los socialistas disfrutar de sus errores? No, claramente no lo ve.

Le Senne, Garrido y Costa están haciendo lo que les mandan sus superiores, por puro interés partidista. Las víctimas de la Guerra Civil y la dignidad y el decoro del Parlament les importan poco. En esta cesta, el agua no se pierde por el mismo agujero. Ellas y él persiguen desgastarse mutuamente, pero el espectáculo con que nos martirizan resulta deplorable y cansino.

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