El adoctrinamiento es imprescindible si lo que se propone es incoherente. Una religión, como la católica, para obligar a creer que Cristo resucitó y que su madre ascendió a los cielos con Él, necesita inevitablemente de un adoctrinamiento enérgico. Mi visión de este hecho es mucho más lógica y simple, que María recogió el cadáver de su hijo y se lo llevó a Cachemira, donde vivía con su esposo José. Como Cristo desapareció del sepulcro y María de Jerusalén vieron el doble milagro. Mi visión es muy particular pero la de la Iglesia solo puede ser una fantasía.
Por esto el mayor problema que tuve con la religión católica fue su necesidad imperiosa de adoctrinamiento. Posiblemente este apuro lo hubiese tenido igualmente con la islámica o la judaica. Quizás lo sentiría menos con la budista por ser más experimental, y que por eso quizás tenga menor implantación. Parece que las religiones necesitan más de la fantasía que de la verdad, esto se debe porque pretenden imponer creencias de las que resulta prácticamente imposible demostrar su existencia. En cualquier caso, mi ansia por la libertad interior, o sea mi repudio por el adoctrinamiento, me viene de muy lejos, porque mi gran anhelo por la libertad intelectual la sobrellevo desde la adolescencia. No me extraña que muchos ese anhelo mío lo consideren más una carga que un alivio; porque todo lo que sea transitar por un camino incierto implica una temeridad.
Siempre me ha llamado la atención el catolicismo español, porque en muchos de sus aspectos el pensar del español medio rehuye de los principios básicos del catolicismo ortodoxo. Parece que lo único que le une a esta doctrina es la necesidad de tener una base consolidada. Posiblemente de ahí le venga a la población hispánica su problemática incapacidad para poder abrazar clara y decididamente la democracia. Sigue enrocado en el siglo XVI, y no es capaz de que ninguna transición le permita dar el salto hacia el pluralismo y la tolerancia. Quizás por esto los hispanos ven la educación catalana como doctrinadora; pero lo que más adoctrina es precisamente lo contrario de lo que ellos pretenden, la falta de libertad para encontrar el estadio que les permita ser autónomos.
Es innegable que el adoctrinamiento da al adoctrinado una comodidad mental considerable; pero sus consecuencias son siempre perniciosas porque limita su autonomía mental, algo imprescindible para evolucionar. Y el mayor peligro de ello es que resulta muy problemático desprenderse de él. Es como las muletas para alguien acostumbrado a usarlas, que le cuesta mucho caminar sin ellas. Todo lo que dé soporte a las creencias, sea cierto o incierto, da una enorme comodidad al que las sostiene. Pero la libertad de pensamiento puede dar otros frutos. Personalmente, me siento mucho más acomodado habiendo visto que el Universo es el único Dios posible, que tener que creer en un fantasma de existencia inverosímil.
Gracias a ese adoctrinamiento vemos como el poder hispano tienen incrustado en su población que España es una nación. Pero esto, por erróneo, es una ilusión falaz, ya que en la realidad sería una nación en la que habría una gran parte de ella en profundo desacuerdo con otra u otras partes. Y una nación nunca puede ser correctamente viable si tiene una gran parte de la población en contraposición sustancial con otra u otras. En más de dos siglos, ha sido incapaz de mantener socialmente la estructura de nación en todo su territorio. Por esto se ve obligada a utilizar continuamente el adoctrinamiento y la fuerza para sustentar una unidad que en libertad sería inviable.