El tema de la masificación turística no es nuevo, pero es ahora cuando ha encontrado eco entre los medios de comunicación, los gobiernos institucionales y sectores empresariales de los servicios turísticos. Al margen de manifestaciones masivas y de que se hayan traspasado todos los límites del fenómeno, surgen dudas y preguntas como: ¿Qué hay tras el repentino interés? ¿No será una forma de ocultar que la reducción de la cantidad de turistas va a ser la consecuencia del empobrecimiento progresivo de las clases trabajadoras europeas, incluida la nuestra? ¿Por qué modelo será sustituido?
Poner el acento en la cantidad puede ser un grave error. Cambiar la masificación por gentrificación supone una privatización aún mayor de muchos espacios de la Isla de los que podemos ser expulsados, excepto como mano de obra barata, un turismo con mayor desprecio por el medio ambiente, con más vuelos privados y mayor consumo de recursos como el agua. El turismo de calidad no puede ser confundido con el turismo elitista y excluyente.
El análisis de la situación nos exige ir más al fondo. ¿Hay futuro si seguimos viviendo solo del turismo? ¿Quién decide el modelo y la oferta turística? ¿Con qué objetivos? ¿Dónde van a parar los beneficios económicos del modelo masivo o gentrificado? ¿Quién es el dueño mayoritario de los medios necesarios para el servicio turístico? ¿A quién sirven los sucesivos gobiernos institucionales? ¿Quién decide que el servicio turístico es la única opción viable? ¿Qué queremos?