Quedan dos partidos para que termine la Eurocopa y todavía es la hora que se me ocurra llamar Países Bajos a Holanda alguna vez. Conque imagínense lo que pienso de todos esos que no pierden ocasión de recordarte que cuando dices Holanda lo dices mal. Igual ustedes son muy jóvenes, pero algunos nos acordamos de cuando hace ya un montón de años intentaron convencernos de que al champán español teníamos que llamarlo cava. Dos veces lo he hecho desde entonces.
El lenguaje es algo que se va construyendo día a día con la costumbre y no lo van a cambiar de un día para otro un par de directrices comerciales europeas ni media docena de periodistas deportivos dándoselas de listillos. Que Holanda ha sido Países Bajos toda la vida no me lo van a enseñar ahora. También hemos sabido desde siempre que no era correcto llamar Rusia a la Unión Soviética, Inglaterra a Gran Bretaña y América a los Estados Unidos, pero bien que nos entendíamos todos al hacerlo sin necesidad de hacernos los interesantes. Hasta a los holandeses les iba bien lo de Holanda mientras supiéramos situar su país en el mapa y por eso han mantenido ese hombre en los folletos turísticos hasta hace cuatro días. Que ahora ya no les vaya tan bien no es mi problema.