A medida que avanza lo que se supone que debería ser la búsqueda de un marco razonable para la actividad turística, principal recurso económico de Balears, se evidencia que las posiciones en el debate son antagónicas. La presidenta del Govern, Marga Prohens, defiende en todos los foros la necesidad de limitar el crecimiento de la oferta, pero no desaprovecha la ocasión para reprochar las políticas de las dos pasadas legislaturas en las que la izquierda autorizó 115.000 nuevas plazas, por no hablar de las nuevas construcciones de viviendas unifamiliares en suelo rústico. Es decir, poco a poco se intuye que todo el tinglado no tiene otro fin que la búsqueda de un rédito político frente al adversario. ¿Resolver el problema no debería ser el objetivo principal?
la idea inicial parece que se va desdibujando en favor del cortoplacismo, quizá abrumados por la enorme dimensión del problema y las dificultades para aplicar medidas que siempre serán dolorosas. Convertir la necesidad de un nuevo modelo turístico diferente, más sostenible, para Balears en un fake puede ser el mayor error de la legislatura que cometa el Partido Popular. La loable iniciativa que pilota Antoni Riera no debería perderse en un océano de reproches en el que ninguno de los actores es capaz de ejercer la autocrítica y colaborar en el cambio de rumbo, una actitud en la que la presidenta de la Federación Hotelera de Mallorca, Maria Frontera, está comprando un buen número de boletos para el sorteo final. No hay que precipitarse en los juicios, cierto, pero este asunto comienza a destilar un tufillo a oportunismo político que en nada beneficia al resultado de un proyecto trascendental para el futuro de las Islas.
Miente con descaro la concejal de Més en el Ajuntament de Palma Neus Truyol cuando califica al PP de herederos del franquismo. Y lo sabe. Con su torpeza evitó la condena de Cort al comportamiento del presidente ultraderechista del Parlament, Gabriel Le Senne, en el pleno que tramitó la derogación de la Llei de Memòria Democràtica. Con su actitud se confirmó que con personajes como Truyol en las instituciones la Transición a la democracia en España hubiera sido imposible.
Las obras públicas
Celebro que avance en el proyecto remodelación de la Plaça Major, auténtico emblema de la inoperancia de la gestión de la izquierda en el Ajuntament de Palma, durante la pasada legislatura. Un total de quince propuestas son las se estudiarán para definir el diseño final, lo que debe ser la guinda de la gestión del alcalde Jaime Martínez y el PP. Muy bien. En estos casos, lo único que se debe reclamar es celeridad en la ejecución, hay obras públicas en Palma que se eternizan inexplicablemente. Lo de menos es la responsabilidad institucional en su ejecución o si se trata de remodelar un paseo marítimo, reconvertir un antiguo hospital, ampliar una carretera de apenas dos kilómetros o un vial de apenas doscientos metros.