Se lo digo alto y claro: No me representa. Me refiero al (todavía) presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, un cargo al que se le supone la máxima representación de la soberanía del pueblo balear. Pues bien, ese personaje ha demostrado su incapacidad para cumplir con sus funciones al frente de la Cámara con un mínimo de sensatez. Su manotazo al ordenador de la vicepresidenta socialista, Mercedes Garrido, para arrancar la fotografía de Aurora Picornell –asesinada por los falangistas en la víspera de Reyes de 1937– durante el pleno que debatía la activación de la derogación de la Llei de Memòria Democràtica confirma, por desgracia, que sus argumentos en defensa del franquismo no son una etapa superada. Este homófobo de manual ya debería haber dimitido por su bochornosa actuación; aunque sólo fuese por vergüenza torera. Me da que si hubiera estado en el Congreso la tarde del 23-F se hubiera abrazado con lágrimas en los ojos a Antonio Tejero. Cuidado con que pronto no proponga a la Mesa del Parlament que los ujieres del Parlament vistan con una camisa azul mahón.
Las disculpas con la boca pequeña tras unas explicaciones poco menos que infantiles por el episodio protagonizado, alega que fue un pronto, confirman que Gabriel Le Senne es un indigno presidente del Parlament. La condición de pipiolo frente a dos diputadas socialistas resabiadas como Mercedes Garrido y Pilar Costa no rebajan la afrenta que cometió a la memoria de Aurora Picornell, tampoco al resto de víctimas y represaliados por la dictadura franquista. Quedó en evidencia. Cayó en la trampa de la sobreactuación de Garrido y Costa, de las que su apoyo y reconocimiento a las víctimas franquistas hubiera tenido la misma validez si la hacían desde sus escaños. No olvidemos que el PSOE tiene pactos con Bildu, algunos de cuyos dirigentes y militantes se niegan a condenar los asesinatos de ETA. Menos lobos. Resulta cansina tanta hipérbole en la política española.
Duele tener que sugerirlo, pero Le Senne se merece el boicot social. Eliminarlo de la lista de invitados para cenas, conmemoraciones, festejos y eventos en los que la presencia de cargos públicos pretende darles relevancia. Al contrario. Poner en un lugar preeminente a este presidente del Parlament degrada cualquier acto. Lo siento, hay comportamientos y actitudes que son imperdonables; y más cuando tratan de justificarse.
A cámara lenta
En todo este asunto también es preciso poner el foco en la posición del Partido Popular, que necesitó 24 horas para empezar a tomar conciencia de enorme escándalo que se vivió en la Sala de las Cariátides y sus repercusiones. Primero fue una tímida condena equidistante que ha ido subiendo de tono a medida que los medios estatales se hacían eco de lo acontecido. La presidenta Marga Prohens aprovechó el pleno del jueves para empezar a marcar distancias con Vox y Le Senne, luego el viernes el portavoz del Govern, Antoni Costa, dio un paso más en su rechazo. La reacción a cámara lenta de los conservadores es preocupante. El oportunismo está para otras circunstancias, los pactos por el poder no se pueden firmar a cualquier precio; y eso es lo que ocurre tanto en Palma como en Madrid.