Esto es insoportable. La política española se ha convertido en un gran bazar donde se regatea para conseguir lo imposible y se atiza con discursos infumables. Lo de menos es que una vicepresidenta del gobierno mande a la mierda a los que no le gustan o que otra vicepresidenta desde su escaño en el hemiciclo llame «cabrón» a un diputado del PP o que el ministro de Transportes escriba de alguien en una red social que es «un saco de mierda» y que ya se encargará él personalmente de que al susodicho le salga caro lo escrito. Es lo de menos, aunque el lenguaje soez, vil, lépero y chabacano debería estar excluido del Consejo de Ministros.
Lo de más es que el presidente del Parlament balear pierda la compostura y la dignidad. Lo de más es el constante poner en peligro las instituciones por parte de Sánchez con tal de mantenerse en el poder que compró porque las urnas no le otorgaron ese beneficio. La tan cacareada «mayoría de progreso» no existe. Lo que hay es un permanente chantaje de quien prestó los siete votos. Tan es así que el PSOE está votando en el Congreso las iniciativas de la oposición para evitar que a su socio Puigdemont le dé un arrebato y apoye al PP.
Lo de más es que un gobierno supuestamente de izquierda esté preparando sin tapujos una financiación singular para Catalunya para tener el apoyo de ERC en Madrid y en Catalunya. Pero ERC quiere tener el 100 % de la recaudación fiscal. ¿Recuerdan cuando Sánchez decía que con la amnistía el ‘procés' se diluía y los independentistas volvían a la vida institucional? Han vuelto sí, para pedir más a Sánchez.
Lo de más es que Salvador Illa justifique la singularidad diciendo que Catalunya es la tercera comunidad autónoma en aportar recursos y la decimocuarta en recibir. Gran falsedad. Las autonomías no pagan impuestos, lo hacen los ciudadanos y las empresas. Por tanto, una financiación justa no puede basarse en que sus ciudadanos reciban lo mismo que aportan sino en que sus ciudadanos reciban lo mismo que el resto de los españoles.
Las balanzas fiscales son un engaño. No hay dos territorios iguales, unos tendrán población muy rica, o población muy joven o muchas empresas y claro, los habitantes tributarán más que en otras. Por otra parte, si se permite que una Comunidad Autónoma construya instituciones de pseudoestado, ciertamente, necesitará más financiación.
Algunos dirán que ya existe el cupo vasco. Excepción mantenida por Franco y en la Transición sin necesidad alguna. Pero ahora es un gobierno de izquierda quien quiere romper el sist