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El Coyote

| Palma |

Recuerdo bien cuando José María Aznar ejercía la oposición a Felipe González. Subía a darle la réplica tan nervioso como un alumno ante un examen oral para el que sabe no estar preparado, tan apabullado por la dialéctica barroca y trilera del sevillano que al final siempre acababa balbuceando aquello de ‘¡váyase, señor González!', frase que exhalaba con toda el alma y el rencor de que era capaz, que era mucho. Era patético.

Sin embargo, lo de Feijóo con Sánchez es más bien tragicómico, cuando no enteramente cómico, como cuando le citó a Machado. Feijóo recuerda mucho a ese Coyote artero y taimado que se pasa la vida querido cazar al Correcaminos; lo vigila, lo persigue, le llena el camino de añagazas para, finalmente, ser él el que cae en su propia trampa. Lo del coyote era como la maldición de Tántalo o Sísifo, condenado a repetir siempre la misma historia. Después de unas elecciones europeas en las que el programa del Partido Popular no ha sido más que Sánchez, Sánchez, Sánchez y la pareja de Sánchez, Feijóo vuelve de nuevo con la estrategia de crear un gran frente reaccionario, con la connivencia o conchabanza de Junts, PNV y Vox, para acabar de una vez con el maldito Correcaminos, que no para de improvisar, salvarse de las añagazas y metérsela doblada.

Pasada ya la orgía de las elecciones gallegas, las vascas, las catalanas y las europeas, pondrá sus esperanzas en la descomposición del frente de izquierdas para, a la más mínima, alegar ingobernabilidad y plantar una moción de censura. No habría que darle ese gusto.

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