En orden a trascendencia política lo que pasó el 18 de febrero en Galicia se quedó en Galicia. Al igual que lo que ocurrió el 21 de abril en el País Vasco, pero lo que pase el domingo en Cataluña no se quedará en Cataluña. Trascenderá al resto de España.
Si, como apuntan las encuestas, la lista del PSC fuera la más votada pero sin alcanzar la mayoría y Salvador Illa, su candidato, no tuviera otra salida que intentar formar una coalición con ERC podría suceder que se viera forzado a renunciar como resultado de las presiones de Pedro Sánchez para que cediera el paso a Carles Puigdemont, cuyo partido, Junts, se perfila como la segunda fuerza más votada. Es una realidad de hierro la dependencia que tiene Pedro Sánchez de los votos de Junts en el Congreso de los Diputados. Servidumbre que, dada su trayectoria y la prioridad de sus intereses a nadie le sorprendería que le llevara a sacrificar a Salvador Illa sí ésa fuera la condición de Puigdemont para no retirarle el apoyo en Madrid de los siete diputados de Junts. Por eso decía que lo que pase el domingo en Cataluña no se quedará solo en Cataluña.
Entonces podría suceder que volviéramos a ver al prófugo Puigdemont entrando de nuevo por la puerta principal del Palau de la Generalitat y saludando a la multitud desde el balcón de la Plaza de Sant Jaume.
Para que dicho escenario se encontrara con la realidad habría que tener en cuenta qué pese a que se llevan a matar entre ellos, los independentistas de ERC y Junts, sí sumando sus escaños alcanzan la mayoría es más que probable que decidieran aparcar las diferencias y volvieran a formar un gobierno de coalición como ya hicieron en la anterior legislatura. Esta vez con el añadido de la CUP.