Yo paso cada día por la sucesión de rotondas que enlazan la carretera de Valldemossa con la vía de cintura y el complejo Ocimax de un lado y Carrefour del otro. Como todo el mundo sabe, es una zona habitualmente colapsada por el tráfico, en la que únicamente queda esperar pacientemente el tiempo necesario para poder llegar al destino. Esto es mucho más desesperante a partir de las dos de la tarde, cuando el flujo de coches desde la universidad y el hospital de Son Espases se dispara, al tiempo que la autopista en dirección al aeropuerto es incapaz de absorber el flujo de vehículos.
Uno está resignado a que este caos, tan nuestro, tan entrañable, se mantenga de por vida. Hemos hecho un viaducto costosísimo delante del hospital sólo para que los coches puedan esperar en las alturas antes de llegar al fantástico atasco de la vía de cintura. Al menos hay una vista guapa.
Mi desesperanza se basa en que estos son los políticos que desde 2008, cuando se desdobló la carretera de Valldemossa, no han sido capaces de descubrir que las farolas de la carretera en dirección a la Serra jamás se han encendido, o que no han alcanzado a entender que los costosos carteles electrónicos podrían informar al conductor de los atascos de la vía de cintura, para desviarnos antes por el Camí dels Reis y no sumar más coches al caos. En Mallorca, la última vez que vi un cartel electrónico en uso decía que tras varias horas de conducción, es conveniente tomarse un descanso en la carretera. Evidentemente a alguien se le había pasado que en Mallorca no se puede conducir durante muchas horas, salvo si hay atascos. Aquí no valen los mensajes de la Península, sin más.
Siendo toda la gestión de carreteras habitualmente delirante, la nueva dirección del Consell está dispuesta a llegar al infinito e incluso ir más allá en esta carrera absurda. Les explico la última sandez que han hecho, que a mí me es indiferente, salvo porque es reveladora, muy reveladora.
Cuando uno viene de la universidad a Palma, la primera rotonda justo antes de la vía de cintura sólo tiene salida a la derecha y, por supuesto, permite continuar hacia Palma. Aunque la rotonda lo permite, nadie va a la izquierda porque no hay a donde ir, salvo que uno quiera desandar el camino. Exactamente lo mismo ocurre cuando uno va desde Palma a la universidad o a Valldemossa: la rotonda inmediatamente anterior a la vía de cintura únicamente permite seguir recto o ir a la derecha. Nadie gira a la izquierda, porque hacia la izquierda no se puede ir a ningún lado.
Por lo tanto, en las dos rotondas, tanto viniendo como yendo al hospital de Son Espases, nadie gira a la izquierda. Yo, cada vez que pasaba, siempre miraba si venía alguien, no fuera a ser que algún despistado estuviera retornando hacia atrás, pero jamás me encontré con un coche.
Pues eso es lo que ha bloqueado el Consell: el giro que nadie hacía ahora, además, está bloqueado. O sea que hemos pasado de cero coches girando a la izquierda a cero coches girando a la izquierda. Antes nadie pasaba porque era un giro inconducente, ahora porque lo han bloqueado. Y el responsable de la medida declara que ya en las primeras horas se ha notado el acierto. ¿Se ha notado? ¿Pero qué se puede notar, si ni antes ni después ese giro tiene utilidad alguna?
Uno cuando lee esto duda: ¿se trata de alguien incapaz de entender lo más obvio o es un caradura que se ríe de nosotros, que va pasado de rosca y no le importa que se note su burla? Yo deseo fervientemente lo segundo. De un tipo divertido se puede esperar algo, aunque a veces nos vacile.
Tras los dos cortes de las rotondas, todo el tráfico en la zona sigue exactamente igual de colapsado. Como siempre. Nada ha cambiado. Lo que han hecho es completamente redundante. Ni el atasco se producía por estos giros, ni ahora ha cambiado nada.
Tengo claro que todo esto es una anécdota de menor importancia. Pero es revelador del nivel aldeano en el que nos movemos. Porque cualquiera con un mínimo criterio entiende fácilmente que los atascos en estas rotondas tienen que ver con la incapacidad de la vía de cintura para absorber tráfico, especialmente en dirección al aeropuerto. Las colas invaden las rotondas y eso lo colapsa todo. Como estos incompetentes son incapaces de orientar los carriles por destino, como tampoco saben que los semáforos en una rotonda colapsada van bien, como la rotonda que tienen en la mente es la genialidad de la plaza de las Columnas, pues así estamos.
A mí lo que más me irrita no es que no tengan ni idea, ni que no arreglen nada, sino que se crean estadistas y den pomposas declaraciones a la prensa de las que se deduce que acaban de descubrir el Mediterráneo.