Los niños han sido utilizados en la guerra desde siempre. Todavía hoy participan en los conflictos armados como soldados, o bien como espías y mensajeros, como escudos humanos, como propaganda, etc. Durante la Edad Media se llegó a creer que Dios estaba con los niños y eran invencibles. La superstición y la codicia humana son ilimitadas. En la guerra entre Irán e Irak de los años 80 murieron casi cien mil niños soldado. Niños y niñas tienen que colocar explosivos y aprender a usar armas. Tienen que matar a sus amigos y a sus propias familias para endurecerse. En esas circunstancias, lo mejor debe de ser morir, imaginen si no las consecuencias psicológicas si llegan a sobrevivir. Las niñas tienen que satisfacer a los hombres a base de sexo. Niños y niñas son drogados y no conocen el afecto, son privados de su infancia. Según Amnistía Internacional, unos 300.000 niños participan actualmente en guerras en el mundo. Y los que no son llamados a luchar como soldados sufren la inanición, la enfermedad y la muerte. La infancia es la etapa de la vida cuyo recuerdo rige toda la existencia adulta. Todos recordamos los sueños infantiles, por muy inalcanzables que se nos hayan vuelto, los sabores, los olores, los ruidos... hasta el punto de que cuando somos viejos casi vivimos de recuerdos. Todavía queremos recibir regalos, sorpresas, comer lo que nos gusta, reír o enfadarnos, ilusionarnos hasta el punto de creer en la magia. ¿Qué clase de magia puede esperar un niño soldado, una niña víctima de la guerra? ¿Acaso suspirar la muerte para dejar de sufrir? ¿En qué clase de monstruo puede convertirse un niño que ha sobrevivido a los desastres de la guerra? ¿Y para qué sirve la guerra, si es que sirve para algo más que para sembrar destrucción, odio eterno y crear seres inadaptados, aberraciones de la naturaleza si nos ponemos en lo peor? En la guerra no hay vencedores ni vencidos, de un modo u otro todos pagan las consecuencias, pero tal vez nadie como los niños, a quienes les arrebatan no ya la niñez, sino toda la vida, porque lo más hermoso que tenemos es la infancia.
Los niños de la guerra
Pau Faner | Palma |