Todos los indicadores apuntaban su previsible ascenso. La ola ha venido con fuerza y rapidez. Es la consecuencia lógica en los momentos que vivimos. El ser humano, ante el miedo, siempre busca seguridad. La izquierda, liderada por un PSOE ensimismado en la sumisión al ególatra a su César Sánchez, se dedica a su estúpida creencia de que posee la verdad absoluta. Se dedica a generar relatos de odio hacia la ultraderecha de espaldas a la realidad de su fuerza. En España tenemos la suerte de que la lidera un incapaz unido a, salvo excepciones, una macedonia de trepas y advenedizos que han constituido un partido con escasa capacidad de convicción y con un relato cursi y anticuado. Por todo ello no crece al ritmo de Europa. En UE lo confirmarán los resultados de las elecciones europeas. Su fuerza es preocupante. Con políticos de altura y con capacidad para la autocrítica habríamos iniciado el análisis del porqué de este crecimiento. No es necesario ser experto para entender los motivos.
Los movimientos bélicos producidos por los actores principales versus EEUU y China con sus marionetas y lo que podríamos catalogar como agentes libres como Rusia, Irán y Cora del Norte, Europa, entre otros. Sumado a un encarecimiento de productos básicos. Los sueldos que no han crecido al ritmo de la carestía de la vida cotidiana. Más una inmigración descontrolada que permite que, además de personas trabajadoras y con ganas de aportar, se le sumen delincuentes y vividores. Las mafias campan por sus anchas. El Gobierno, con su hipocresía habitual, se dedica a negar la evidencia. No se han creado mecanismos para la okupación. Delincuentes habituales que reinciden de forma inverosímil. Los jueces los liberan por no tener leyes adaptadas a la realidad después de un buen trabajo de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Decreciente la sanidad y educación, con pocas medidas eficaces. Malos presagios en economía. Aportando miles de millones de euros al armamento, dejando al pairo el bienestar de la ciudadanía. Ayudas sociales que son utilizadas sin control y que permiten que algunos, quizás demasiados, prefieran no trabajar para no renunciar a estos regalos. Evidenciando que la Administración no las realiza con rigor. Se utilizan de forma fraudulenta.
Generando injusticia social con los que pagamos impuestos. Además de instaurar la pedagogía de la vagancia. El cóctel explosivo de este sumando es el responsable de que la ciudadanía apueste por un cambio radical en favor a proyectos que ofrecen seguridad y orden. Después aparecerán las plañideras llorando por la instauración de la indeseada ultraderecha en el poder. No creen sus señorías que en lugar de berrear y comportase como hooligans, embarrados en el lodazal del mal gusto, con ausencia de debate de ideas y abordaje de los problemas de quienes les han otorgado la confianza. Deberían tomar el camino de la seriedad y el rigor para evitar lo anunciado. Inténtelo al menos, por Dios.