Pedro Sánchez justifica la ley de amnistía mediante aberrantes subterfugios jurídicos aun a costa de descoser las bases del Derecho. Se ha producido una cesión total y la han terminado redactando los propios delincuentes de la mano de Boye. El sanchismo ha traicionado a la Constitución y al propio PSOE, viola la ley para conseguir un privilegio político, hace fuertes a los golpistas que hasta se permiten amenazar a los jueces, promocionan su causa a nivel internacional, humilla al Estado y lo deja inerme. Es una norma que de forma impúdica se adapta a los intereses personales.
Todo el recorrido de esta ley lleva el sello característico del sanchismo, doctrina inspirada por el titular y, por tanto, la de un psicópata de libro. Presentó como elemento antonomástico la falta de remordimiento, de afecto, de despreocupación por los sentimientos de la mayoría del país, que, como él bien sabe, está en contra de la amnistía. Además, echó mano del resto de características psicopáticas: empleó el uso malicioso de la seducción esgrimiendo que facilita la convivencia, cuando los mismos beneficiarios declaran que la amnistía es la vía hacia la autodeterminación; manipuló, presentando la ley como necesaria para la paz social, cuando todo el mundo sabe que es el pago exigido por mantener el poder; utilizó el borrador de la Comisión de Venecia de forma torticera, citando solo las partes que le convenían y omitió aquello que descalificaba la ley; manifestó su narcisismo presentando la norma como ejemplo para el mundo entero; mostró su irresponsabilidad y falta de respeto con las reglas establecidas presentando esta ley, que sortea el Código Penal y las normas europeas; manifestó su incapacidad para sentir culpa presentándose como un Gobierno y un partido valientes; marcó su disposición para responsabilizar a los demás de la situación y ofreció racionalizaciones verosímiles a sus cambios de opinión, acusando al PP de que no entiende la realidad del país y asegurando que esta ley traerá cohesión y reconciliación con los catalanes cuando es la ley más divisiva y contestada de los años de democracia.
Bolaños aplaudiéndose y felicitándose a sí mismo es la hipérbole grotesca que le faltaba a la ley.