Aunque todavía quedan meses para la aprobación parlamentaria de la ley de amnistía, y para su entrada en vigor tras la publicación por el BOE, parece que tras largos meses de esfuerzos, trabajos, angustias, derroche de energías y grandes proclamas apocalípticas, como si España fuese el Antiguo Testamento, la cosa ya está. ¿Y qué es lo que está? Según el eufórico Gobierno, la reconciliación y la concordia; según las derechas patrióticas, el fin del mundo; según los independentistas catalanes, el inicio de su proceso de liberación partiendo de cero. Es decir, regresando al punto exacto donde estábamos hace más de una década. Todo para nada. Tanta agitación para retroceder hasta el 1 de noviembre de 2011, nueva fecha oficial donde empezará a contar la amnistía, y a partir de la cual aquí no ha pasado nada. Oficial y legalmente nada. Tampoco hay que asustarse, esto es lo típico del movimiento oscilatorio, muy común en la naturaleza. El movimiento oscilatorio, que puede llegar a ser vibratorio, es un movimiento periódico en torno a un punto de equilibrio estable. Digamos un vaivén sobre la misma trayectoria, que se repite por tiempo indefinido sin ir a ningún sitio. Tanta agitación para nada, y sin embargo, es el movimiento que gobierna el universo. Lugar en el que por cierto está España, y también Catalunya. Oscilando. A efectos de reconciliación y concordia, como dice el Gobierno, ahora hubiéramos podido regresar a antes de 1-O de 2017, fecha del referéndum de autodeterminación unilateral y declaración de independencia por el president Puigdemont, pero como el ‘procés' (el movimiento periódico) empezó antes, eso no les pareció suficiente a los indepes. Ni tampoco 2015, cuando el astuto president Artur Mas convocó elecciones plebiscitarias bajo el lema del derecho a decidir, como si él fuese un Moisés, o un Mandela liberando al pueblo. La última versión de la ley extiende el periodo hasta el 1 de noviembre de 2011, año de las manifestaciones de protesta del 15-M, cuando ese astuto Mas tuvo que salir del Parlament (o entrar, no me acuerdo) en helicóptero. Un periodo de 12 años, 4 meses y 2 semanas, que no han existido. Y todo para estar como estábamos entonces. Extenuante. Cada vez hay que derrochar más energías para seguir igual. Es la ley del péndulo.
Todo para nada
Enrique Lázaro | Palma |