El socialista valenciano José Vila Cuenca es otro de esos extraños desconocidos de los libros de Historia. Su nombre apenas suena cuando era nada menos que el comisario de la Generalitat en el desembarco de las milicias catalanas en Mallorca en agosto de 1936. Si hubieran alcanzado la victoria, habría sido clave en el nuevo poder revolucionario creado en la Isla. Sin embargo, la empresa acabó en derrota y muchos le han cargado gran parte de la culpa.
Vila Cuenca era un ingeniero y veterano militante socialista de 38 años. Aunque era valenciano, toda su carrera política la desarrolló en Barcelona y al inicio de la guerra se integró en el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), de corte estalinista. La Generalitat le dio los importantes cargos de comisario de la expedición a Mallorca, responsable del Comité Militar Antifeixista de les Illes Balears y delegado de la centuria mallorquina. Era, pues, los ojos de los políticos catalanes en las islas.
Los reveses de los primeros días de la batalla lo convencieron de que aquello acabaría en desastre. Su centuria tardó una eternidad en desembarcar porque su bote se quedó a la deriva y, cuando se enteró, «se puso violento» con los milicianos mallorquines. A los de Porto Cristo los «daba a todos por muertos» e iba pregonando que los barcos con los víveres habían vuelto a Barcelona «convencidos de que todo se había acabado».
El 17 de agosto convocó una reunión a espaldas del comandante de la expedición, el capitán Alberto Bayo, para solicitar a la Generalitat la retirada urgente. Varios militares profesionales, entre ellos el comandante Gil Cabrera [le dediqué una columna el pasado 26 de enero] firmaron un papel en que aseguraban que la base en Mallorca era «inútil» y que sería «aniquilada» por la artillería enemiga. Aquel documento solo sirvió para fomentar el pesimismo y la desconfianza. Bayo lo vio como una traición y propuso fusilar a los responsables, pero no le dejaron. El líder anarquista Tòfol Pons dice que Vila Cuenca estaba «cargado de miedo».
Sin embargo, pasaron los días y parece que su ánimo mejoró. El 28 de agosto la Generalitat lo envió a Madrid a negociar con el Gobierno central y allí propuso «mantener una cabeza de puente con 2.000 hombres bien atrincherados y reembarcar al resto», para luego esperar el refuerzo de tropas más disciplinadas. El Gobierno decidiría reembarcarlos a todos.
Tras la derrota en Mallorca, se integró en el cuerpo de carabineros y llegó a comandar una división con el grado de teniente coronel. En ninguna de sus breves biografías se cita que jugó un papel clave en los Hechos de Mayo de 1937 en Barcelona. Vila Cuenca lideró la importante defensa de la sede central del PSUC en el combate de la plaza Catalunya contra los anarquistas. Un informe comunista denunciaría después sus «malas formas» por «entregar secretamente a dos o tres de sus hombres la comida que podría servir para diez o doce».
Sobrevivió a la guerra y se exilió a México, donde trabajó en varias empresas y siguió ligado a la UGT. En los años setenta formó parte del llamado PSOE Histórico, defensor del marxismo contra los llamados renovadores. Murió en México en 1981 con 82 años de edad. Me gustaría encontrar a alguno de sus descendientes.