El primer efecto colateral de la revuelta de los tractores ha sido poner en evidencia la cada vez más profunda sima que separa al Parlamento, y también a la cámara legislativa de Balears, de los problemas reales de los ciudadanos. En Mallorca, mientras una veintena de tractores marchaban de Inca hacia Mercapalma para unirse a la protesta nacional y europea del sector primario, en el Parlament se hacían piruetas presuntamente dialécticas sobre el vergonzoso espectáculo de la descomposición de Vox. Al final ¿para qué? Si otra vez en están en el punto de partida. En las Cortes, en Madrid, entretanto, agricultores y ganaderos colapsaban carreteras y ciudades, el Gobierno de Sánchez ha seguido expandiendo los nubarrones emponzoñados de la amnistía con el único fin de complacer al prófugo de la Justicia Puigdemont, aunque ello suponga caer más bajo en el pozo de la ignominia. Precisamente si de dignidad se tratara, los protagonistas de la escandalera parlamentaria balear, diputados de Vox, ya se habrían ido a sus respectivas casas, con la cabeza gacha y sin cesar de pedir perdón a los votantes, los suyos y los del resto de partidos.
La primera muestra del hartazgo del sector primario, convocada a través de las redes como en buena parte de las manifestaciones en el resto de España, se dirigió a Mercapalma porque allá se comercializan los productos procedentes de países extracomunitarios. La laxitud de los controles a los que se han de someter supone una competencia insuperable para el sector primario local, atado de pies y manos por la Política Agraria Común europea y por normas y leyes restrictivas impuestas por el ecologismo de despacho. Como muestra, payeses, ganaderos y pescadores han de llevar al día un cuaderno digital en el que salvo el calzado que se ponen para ir al trabajo ha de estar anotado absolutamente todo: abonos, semillas, pesticidas, combustibles, piensos y un obsesivo etcétera. En la extensa lista de reclamaciones del sector, costes, precios que se pagan en origen, gestión del agua, sobre todo en períodos de sequía como el actual, y apoyos económicos figuran en lugares destacados.
A diferencia de lo sucedido en la Península, las organizaciones agrarias insulares han sabido reaccionar y se sitúan en la vanguardia de las concentraciones. Asaja, Unió de Pagesos, UPA (Unión de Pequeños Agricultores y ganaderos) y las cooperativas agroalimentarias han convocado conjuntamente las próximas movilizaciones, en especial la tractorada del próximo día 19 que se prevé multitudinaria. Por el contrario, en las manifestaciones nacionales, los sindicatos agrarios clásicos se han mantenido al margen, al tiempo que han mostrado apoyo y solidaridad con los camioneros que a causa de los cortes de carreteras ven dificultada gravemente su labor. Cuando las grandes marchas se sucedían en Europa, el Gobierno se limitaba a observar y a trasladar un mensaje de comprensión al sector primario. Luego, cuando los problemas han afectado a la geografía nacional, la respuesta inicial ha sido colocar a los convocantes en el inabarcable ámbito de la dichosa fachosfera. Finalmente y con la boca pequeña, el presidente anunciaba medidas legislativas., Pero ¿quién se cree a Sánchez a estas alturas?