Stanley Matthews se retiró de los campos de fútbol pasados los cincuenta y el día de su homenaje, en su última carrera por la banda, lo llevaron a hombros nada menos que Lev Yashin y Ferenc Puskás. Aquel era un tiempo en el que un futbolista empezaba a pensar en la retirada al pasar de los treinta, que era una edad a la que a los atletas ya solo les quedaba el maratón, la mayoría de los nadadores y gimnastas llevaban casi una década retirados, y un boxeador o era un campeón que apuraba las pocas bolsas importantes que le quedaban o un paquete que combatía una vez al mes para que las promesas se lucieran a su costa.
A poco que tenga un poco de suerte y pase un par de rondas, Rafa Nadal cumplirá este año los treinta y ocho durante Roland Garros y si algo se merece es comerse el solo todo el pastel. Los suyos parecerían muchos años si no fuera porque Novak Djokovic llegará ya a París con los treinta y siete cumplidos y nadie duda de que se plantará al menos en semifinales también el año que viene. «El crepúsculo de mi carrera es más largo que la carrera de la mayoría de mis colegas», dijo una vez Martina Navratilova, que jugó su última final de Grand Slam también camino de los treinta y ocho, y a los cincuenta se la podía encontrar jugando todavía finales de dobles mixtos. De estas últimas, sin embargo, no se sabe de nadie que se haya sentado a ver jamás ninguna.