Es posible que mucha gente de buena fe esté muy inquieta y asustada por el súbito aumento del terrorismo en España. Han oído decir que el Gobierno, por orden de los independentistas catalanes y mientras socava las instituciones democráticas y convierte al Tribunal Constitucional en un cáncer para la nación, se propone amnistiar a los terroristas, Puigdemont incluido. Con lo que si nadie logra evitarlo, y los diabólicos planes de Sánchez se cumplen, en unos meses España será un hervidero de terroristas, campando a sus anchas libres como el aire, y por supuesto, ansiosos por reincidir. Algo pavoroso, desde luego, al nivel de Gaza, y no me extraña que del terror subsiguiente numerosos ciudadanos no se atrevan a salir a la calle, ni puedan conciliar el sueño. Que no cunda el pánico, por favor, no es para tanto. Vamos a intentar poner cada cosa en su sitio, aunque claro, con la confusión reinante hoy en día, a quién se le va a ocurrir buscar las cosas en su sitio. En primer lugar, este fenómeno de multiplicación terrorista no es de ahora, porque desde hace muchos años, se hable de lo que se hable, el PP siempre acaba hablando del terrorismo de ETA, lo haya o no. Esta estrategia política, lógicamente, ha provocado una dilatación semántica del concepto de terrorismo, en el que ya cabe casi todo, y si no cabe, se le introduce a gritos y patadas. Tanto se ha ampliado el término terrorista, que sus bordes se han vuelo muy difusos, y es difícil determinar hasta dónde llegan. De hecho, llegaron hasta al ordenamiento jurídico, y cuando un juez, a fin de anular la proyectada ley de amnistía, decidió inculpar al expresident por terrorismo, delito que hasta ahora no mencionaban sus órdenes de busca y captura, ni los procesos a los líderes indepes, el nuevo concepto inflado, ciertamente muy borroso, se introdujo en forma de humareda en el Código Penal. El resto es obvio. El Gobierno tuvo que añadir, con prisas y mal, una enmienda en la ley para intentar saber (a estas alturas) qué es terrorismo, pues aunque nos lo sabemos de memoria, algunos han olvidado en qué consiste. Y todo lo demás ya viene resbalado. En serio, no se asusten. España no es un hervidero de terroristas.
Que no cunda el pánico
Enrique Lázaro | Palma |