En cada aprobación de presupuestos hay miradas de soslayo. Nadie parece estar dónde debiera o, al menos, dónde dijo que iba a estar. Es muy habitual cerrar las cuentas con el precio de la traición. O el de la claudicación. Solo los números se cuadran ante las mayorías absolutas. En Balears, los de Vox se arrodillan ante Dios que hasta donde yo sé, o entiendo, es poco pitagórico. Me temo una legislatura de a Dios rogando y con el mazo dando. El mazazo lo van a dar los de siempre y va a caer en las mismas cabezas. Hasta aquí todo cuadra.
En una coyuntura de guerras, acogotadas las economías de bolsillo pequeño por las consecuencias de los horrores en Ucrania, en Gaza y Cisjordania, la política balear se aquilata a perder 70 millones de euros de los 80 que se preveían recaudar del impuesto de patrimonio. Los millonarios baten palmas. Los de abajo tiemblan. En Palma, si abrimos los ojos son más cada día los que duermen al raso. Las consultas en los centros de salud están a rebosar y con un personal sanitario sin reemplazo y exhausto. El transporte público dejará de ser gratuito, es decir, que los más necesitados tendrán que agrandar su bolsillo agujereado para poder trasladarse a un trabajo, dudo que dignamente pagado, y llegar a su casa con ojeras de canal y acomodar su cuerpo agotado en una habitación en un piso compartido a más de 500 euros al mes. Esas son las cuentas de los de abajo.
Los números de los de en medio también cuestan porque la base de quien paga la carga fiscal vuelve a ser digna de Keops, unos pocos privilegiados arriba y la gran masa sosteniendo desde la base un sistema lleno de desconchones, de desigualdad, de tristeza, de enfermedad, mental y de la otra. Que son la misma.
Vox prometió cerrar lo que llamaron chiringuitos. En Balears se ha sustanciado en eliminar las subvenciones a sindicatos y organizaciones empresariales. Aseguran que se van a destinar a incapacidad. ¿La de quién, la de quiénes? Yo me niego a pagar con mis impuestos la incapacidad de tanto político inepto a la hora de negociar democráticamente. Se negocia a base de pulsos, de amenazas, y últimamente a grito e insulto pelado. ¿Les pagamos por ello?
Los del háblame en cristiano andan desorientados ante el nuevo mapa de Mallorca en el que se les indica que para ir del Campo Redondo a Son Araña les ha dado por pedir Consejo a Sin Ellas para Hacer la Nochex de La Casa de los Tíos. Los más aventureros se lanzan a La Casa del que Pica Fuerte y Si Nieve verán a Lucas Mayor de regreso a Puerto Pino y fin en el Campo Redondo. Este es el nuevo mapa de Mallorca en español. Un toque de humor en la sinrazón de ese plan piloto que no quiere otra cosa que erradicar el catalán en las escuelas. Le llaman libre elección de lengua en nombre de evitar adoctrinamiento e intromisiones ideológicas. Veinte millones de euros para tanto odio a la lengua. A Pitágoras tampoco le salen estas cuentas.