En política siempre es mejor gobernar con mayoría absoluta, si bien no depender de otros socios garantiza una estabilidad en la mayoría de ocasiones. Ahí tenemos como caso más reciente la legislatura de Bauzá, que acabó con desplantes internos y con una derrota histórica para el PP cuatro años después.
Ahora a Prohens le ha tocado gobernar con la vista puesta en Vox, un partido cuyo objetivo principal es acabar con los chiringuitos políticos excepto los que han servido para que ellos lleven años viviendo de un sueldo público. Otra de las grandes obsesiones de Vox es el tema de la lengua, premiar el castellano frente al catalán, que es todo lo contrario de lo que promueve la izquierda cuando gobierna.
Durante estos días se han tramitado los presupuestos y Prohens ha tenido que aceptar algunas enmiendas de sus socios de legislatura, unas cesiones que han provocado un auténtico drama político. Ni cuando Antich dependía de los votos de UM había tanto ruido en el Parlament como durante estos últimos días.
La izquierda utiliza un discurso casi belicista para criticar la dependencia que tiene Prohens de Vox, algo que ya se veía venir en junio cuando se cerró el acuerdo de legislatura, si bien la formación de derecha extrema cedió sus votos a la presidenta del Govern a precio de saldo.
Ante lo ocurrido estos días en el Parlament mantengo la teoría de que Prohens no perderá muchos votos, por no decir ninguno, por destinar dinero a la libre elección de lengua, eliminar subvenciones a patronales y sindicatos, y no pagar un plus a altos cargos que puedan llegar desde la Península. No parece probable que el votante de Prohens se escandalice con estas propuestas que han tenido que incluirse en los Presupuestos, si bien hay que recordar que lo importante es que finalmente estas enmiendas lleguen a ejecutarse, lo cual es bastante improbable. Hasta los líderes de la oposición saben que la ejecución de un presupuesto suele rondar un 50 por ciento.
Sin embargo, me llama la atención el drama que han montado Negueruela, Apesteguia, Castells y la única diputada de Podemos con la cesión del Govern a las propuestas de Vox. Solo se entiende esta dramatización ante la necesidad de movilizar a su propio electorado, si bien lo que ha negociado Prohens es un juego de niños comparado con las negociaciones de Sánchez con el prófugo Puigdemont, la designación de un verificador para comprobar el cumplimiento del acuerdo con el expresidente catalán y la ley de amnistía, solo por comentar los últimos asuntos más recientes. ¿Alguien entiende que los partidos que aceptan la anomalía democrática que supone negociar con un prófugo de la justicia se escandalicen con determinadas enmiendas?