Seguramente, hijos de fruta hubiera sido más acertado que aquello de me gusta la fruta que podría haber generado alguna duda. Es indudable que hijos de la gran fruta hubiera sido inequívoco. Visto como está el patio, y dado que las nuevas clases políticas han apostado por insultarse sin insultar, vamos a hacer una generosa aportación a todos aquellos que quieran escupir sobre el contrario sin lanzar ni una gota de saliva ni flujo alguno. Será al estilo del chiste aquel del manicomio donde se contaban chistes simplemente diciendo un número ya que los tenían inventariados. La gracia estaba en decir bien el número, claro. Entonaciones al margen, invitamos a nuestros políticos a utilizar términos como carbón, Mari pon, Idoia, ser nutrio, supernormal, aludo, giliostras o pronto. Pero nada para la literatura como recuperar algunos ilustres y vetustos insultos entrados en desuso como: pazguato, gaznápiro, caracartón, berzotas, mameluco, robaperas, zopenco, bebecharcos o dondiego. Aunque lo más fácil, es recurrir a las polisémicas, un significado y un insulto a la vez. Método infalible. Alcornoque, besugo, huevón, capullo, plomo o cerdo. En fin, que parecen aspirar a liderar el club de la comedia. Van por tan buen camino como este articulista que hoy se ha ventilado el artículo a base de insultos. ¿Le parece bonito? ¿o les gusta la fruta?
Hijos de fruta
Antoni Martorell Reynés | Palma |