El alférez republicano Francisco Lozano Conesa es uno de los muchos héroes desconocidos de la Batalla de Mallorca. La columna le distinguió por conquistar la montaña de Son Corb, en Son Servera, «con un número de fuerzas inferior al enemigo». Se ganó así el prestigio de héroe del sector varios días antes de que el título de ‘León de Son Servera' fuera concedido al farsante del Conde Rossi. Además, su vida es un ejemplo de la locura de la Guerra Civil porque sufrió prisión con ambos bandos.
Francisco Lozano tenía 42 años, era natural de Cartagena y en julio de 1936 servía de alférez de Infantería en Maó. Aunque estaba afiliado a un partido republicano, la Menorca controlada por su bando no se fiaba de él sólo por ser oficial del ejército y lo encerró en La Mola. El 16 de agosto se presentó voluntario para participar en el desembarco en Mallorca y lo liberaron con la condición de que demostrara su fidelidad en el campo de batalla.
El alférez Lozano estaba en un frente incómodo. Era un militar profesional entre miles de milicianos anarquistas y comunistas. Su uniforme era igual al del enemigo y eso causaba problemas con sus compañeros de armas. El capitán Bayo mandó a su regimiento tomar Son Servera, pero se quedó a las puertas con cierta pasividad. El bando sublevado aprovechó entonces para hostigarles desde la montaña de Son Corb.
Gracias a las memorias del soldado Antoni Mallorquí, sabemos cómo conquistaron esta loma. El ataque comenzó al alba del 27 de agosto. El enemigo les reclamó «¡santo y seña!» y ellos contestaron «¡Bayo!». Mallorquí recuerda: «Aún retumbaba la ‘o' cuando ambos abrimos fuego. Una granada estalló y a mí me pareció que era dentro de mí. Me vi proyectado varios metros. Mis compañeros, después de regar la posición con granadas de mano y balas, se lanzaron al asalto. Cuando me di cuenta de que el enemigo saltaba de las trincheras y huía, me olvidé de mi miedo y me lancé también al asalto. El alférez nos alentaba». El jefe del regimiento afirmó que la actuación de Lozano «fue inmejorable» y el diario oficial de la columna publicó su nombre con «especial mención» por su papel en la operación.
La compañía ocupó la importante montaña, pero Son Servera no cayó. Al día siguiente, apareció la aviación italiana y cambió el rumbo de la batalla. Mallorquí afirma que «de la compañía que ocupó la cima, solo la cuarta parte bajaba con moral, otra cuarta se quedó allí para siempre y el resto no se atrevía a recordar lo ocurrido».
La batalla concluyó el 4 de septiembre y el alférez Lozano volvió a la Menorca republicana donde le esperaba un absurdo proceso judicial. Gracias a las investigaciones de Juan José Negreira, sabemos que lo encerraron de nuevo hasta marzo de 1937, cuando fue definitivamente absuelto gracias a los informes de sus superiores. Él mismo pidió seguir luchando en los frentes de la Península, aunque fuera «como un miliciano más», para defender «al pueblo y al poder constituido».
El verdadero león de Son Servera fue detenido tras la guerra y condenado a 12 años de prisión. Luego le rebajaron la pena a seis y Franco le indultó en 1943, cuando estaba recluido en el Castillo de San Julián, en Cartagena. A partir de ahí perdemos su pista. Estaba casado y no tenía hijos.