Las croquetas, ya sean caseras (yo las hago excelentes) o industriales y congeladas, en tanto que basadas en el principio de convertir las crisis en oportunidades y hacer de la necesidad virtud, son la única solución a las cosas complicadas, y por tanto, además de la ideología del presente, también son el futuro. El futuro, sea lo que sea, será efectivamente una croqueta. La solución a las carencias. Usar lo que hay, ya que lo que no hay no sirve para nada. Con los restos del frigorífico, un poco de aquí, un poco de allá y abundante salsa bechamel, se solventa el menú del día. ¿Y mañana? Mañana, más croquetas. Nos domina la cultura de la croqueta, y todo se fabrica con residuos culturales, porciones sobrantes y bechamel publicitaria. Esta receta no sólo sirve para comer; sirve para todo. Tenemos películas croqueta, series croqueta, libros croqueta, amores croqueta y política croqueta, en la que a la salsa bechamel se le llama relato. La base de la civilización de la croqueta. Hasta es posible que pronto tengamos, por voluntad popular y resultados electorales, un Gobierno croqueta. Los que no pueden soportarlo, y les parece humillante porque aún sueñan con pollos asados como Carpanta, tampoco saben cuál sería la alternativa. Porque no la hay, y de ahí la necesidad de esa amnistía croqueta, crujiente por fuera y blanda por dentro. Mejor ignorar qué porquerías contiene, pues según la célebre frase atribuida a Bismarck, «las leyes son como las salchichas, es preferible no ver cómo se hacen». Y quien dice salchichas, dice croquetas, su versión posmoderna y avanzada. Extendida. A fin de cuentas, la política croqueta, las leyes croqueta y el posible Gobierno croqueta, sólo son un aspecto de la cultura croqueta, fenómeno global que ya lo abarca todo. Incluida la moral croqueta. ¿Qué vamos a hacer con la crisis climática? Croquetas, naturalmente. ¿Y con las matanzas bíblicas de Gaza? Croquetas históricas, con los restos históricos rebañados aquí y allá. Con mucha bechamel. Más vale hacerse a la idea de que esta cultura de la croqueta no sólo es el presente, lo que hay, sino el futuro. Y ya que hay que hacer croquetas, hacerlas bien. Huir del producto industrial congelado. Mis croquetas, por ejemplo, son excelentes, muy superiores a las del Gobierno en funciones.
La cultura de la croqueta
Enrique Lázaro | Palma |