En euskera tenemos esta palabra que viene a retratar a los que se creen más que los demás, los fanfarrones, presumidos, que gustan de aparentar, aquellos del quiero y no puedo, que gastan a lo grande y luego ayayay. Me vino a la cabeza en cuanto escuché lo del pacto de ERC con el PSOE para apuntalar a Pedro Sánchez en La Moncloa. Quince mil millones de euros, otro pico para los gallegos y así todos contentos. Al minuto el resto de comunidades puso el cazo, claro. Es la raíz de todos nuestros problemas, que estos gilipollas se creen que el dinero llueve y no, por desgracia, hay que currárselo. Preparémonos para pagar impuestos hasta la asfixia porque nos tocará a los de siempre enjuagar las fanfarronadas de quienes piensan que gobernar consiste en regar con dinero público a todo lo que se menea.
Aplicable cien por cien a los que han dirigido Balears, desde el primero al último, sobre todo los más recientes. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Que los handikis de Junts, ERC y su abuela se ponen chulitos, pues nada, ahí os quedáis, en el exilio, con vuestra deuda inabarcable, los intereses millonarios y los problemazos que tiene vuestra región, que no deja de caerse desde 1992. ¿No era que los españoles no molan y es mejor estar lejos de ellos? ¡Pues hala, arruix! Se convocan elecciones, volvemos al paripé de las urnas y que gane la extrema derecha. A ver a ellos cuánto os atrevéis a exigir. Sinceramente, pensaba que a pesar de sus chorradas, eran algo más inteligentes. Se ve que no. Aún no han aprendido aquello de que la cuerda se rompe cuando la tensas más de lo que puede soportar. Ojalá en el camino se den cuenta de que ellos tampoco son una región rica y deben ajustar sus presupuestos a la triste realidad.