Piedras contra el gigante. Flores frente a tanques. Un beso delante de un batallón policial. Gestos elocuentes que van más allá porque las palabras ya no llegan. Acciones. Estoy atravesada por el dolor de esta humanidad despiadada.
Aquí, en la narración de lo cotidiano trato de buscar conciliación también en los gestos. Me siento en un bar, siempre elijo sus esquinas, fuera del centro atropellado y agitado por el revuelo de la ciudad crucero. Se para una mujer a preguntarme la hora. Al rato, otra persona me pregunta si le puedo indicar dónde está el centro de salud. Poco después, una mujer de edad indefinida y con expresión ida se detiene frente a mí y me sonríe. Hoy puede ser un gran día, me digo con permiso de Serrat. Hasta que estalla mi corazón y se quiebra: la matanza en el hospital de Gaza me rompe el resquicio de esperanza en lo que somos. Las costuras de una vieja historia sin resolver saltan porque está mal cosido el vestido, porque hay hilvanes sin cerrar. No puedo ni quiero escuchar a quien hace maniqueísmo justificativo. Es la matanza de los inocentes. De nuevo.
En lo cotidiano de lugares en paz, contiendas pequeñas que muestran ese perfil Caín Abel que está en nuestra genética. ¿O en la cultura, la civilización acaso, o puede que la historia? ¿Qué nos hace ser cómo somos?
Los residentes de Banyalbufar están hartos de que la carretera que atraviesa el pueblo sea una pista para quienes subidos a sus motos se lían a pisar el acelerador para ver quien llega. Las carreras ilegales en la Serra de Tramuntana son asuntos viejos, sin resolver. Han salido a la carretera los Indignats Ma-10, que no es un grupo de rock, ni una marca de limpiador o de insecticida. Son los vecinos cansados del atropello de unos jinetes que se sienten fuertes porque van subidos a una moto. Los indefensos se han echado a la calle, a cuerpo. No hay respuesta de la Administración. Al Patrimonio Mundial de la Humanidad lo tratan así de bien. Por eso los del pueblo se echan a la carretera, que en Banyalbulfar es calle.
A los que caminamos nos están saliendo ojos en la retaguardia. Es una medida de defensa frente a los monopatines eléctricos que van a todo gas, fuera de los carriles bici. Son demasiados los accidentes provocados por un juguete peligroso en manos de quien tiene 0 educación y respeto al otro. A más de uno nos ha caído un insulto cuando les hemos pedido que disminuyeran la velocidad. Guerras. ¡Ay ese gen o lo que sea!
Una mujer joven y su hija de 4 años han muerto. Iban camino del colegio, las imagino felices, sanas, rodando tranquilas, la madre pedaleando, la pequeña en el sillín. De nada les ha servido el casco frente a una conductora que se ha llevado por delante la vida de una inocente en la carretera de Llubí. Destino terrible. ¿Cuál es el cúmulo de circunstancias que conducen a estos inocentes a la muerte? No sé amigo Serrat si creerme que hoy puede ser un gran día. Paz para los inocentes.