El martes, durante el intenso pleno del Parlament en el que se vio y oyó de todo, el portavoz socialista Iago Negueruela aprovechó su intervención en el debate sobre el techo de gasto para referirse al actual conseller de Empresa, Ocupació i Energia, Alejandro Sáenz de San Pedro. Dijo que le recordaba de cuando, en representación de ASIMA, «pedía, rogaba y aplaudía» las ayudas del anterior Ejecutivo. Seguramente, pero eso no lo detalló el exconseller de Model Económic, debió de ser en alguna de aquellas reuniones sectoriales que tantas veces convocó el Govern anterior, sobre todos después de la crisis por la COVID.
Aquel Govern presumió mucho de sus contactos con la sociedad civil y de plantear en diferentes foros propuestas que luego se convertían en iniciativas. Más de una vez criticó el PP que llevara a esas ‘mesas' y organismos cuestiones que debían pasar por el Parlament. Alguien hubo que, incluso, ironizó sobre ese modo de gobernar y lo relacionó con la época de los sindicatos verticales del franquismo. El anterior Govern creía tener a la sociedad civil y sus organizaciones a sus pies. También a la federación hotelera, que ahora ve «más disposición que antes».
Quien de verdad se resistió mucho al anterior Ejecutivo fue el Sindicato médico. Su presidente, Miquel Lázaro da a la nueva consellera de Salut «matrícula de honor». También el Col.legi de Metges la elogia. El de Enfermería, más cauto, prefiere esperar.
Más allá de las organizaciones de la sociedad civil, existe la sociedad civil sin más, la que representa a la inmensa minoría. Este Govern se ha comprometido a escuchar, aunque pueda parecer que no escucha con la misma intensidad todas las voces. Se ha visto, por ejemplo, en las reuniones para las medidas de vivienda. Es una gran apuesta; si el Govern de Marga Prohens resuelve (o cuando menos encauza) el acceso a la vivienda habrá cumplido.
Han pasado cien días pero la celebración se ha cruzado con la primera crisis entre PP y Vox. La sombra y la influencia de Vox hace desconfiar a buena parte de las voces sin voz parlamentaria. Aunque Vox presente propuestas insumibles en democracia, sólo por el hecho de presentarlas, tendrá en contra al feminismo, a quienes luchan por la memoria democrática, la defensa de la cultura, la educación en libertad, el territorio o la sanidad pública. Reforzar especialidades, como ha hecho el Govern, no es mal principio.