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Dolor y mentiras

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No engañemos a la gente, señorías, no hay una mayoría de izquierdas para gobernar y yo no voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas». Así se expresaba Pedro Sánchez en el debate de investidura de Mariano Rajoy en 2016.
Me preguntaba hace poco una persona a la que quiero y respeto, por qué tenemos tan mal cuerpo los de nuestra generación ante lo que está pasando después de las elecciones. Es el dolor. Más que enfado, sentimos un profundo dolor porque es un ataque al orden constitucional y de convivencia que hemos consolidado entre todos, una quiebra innecesaria solo para que gobierne un personaje que ha resucitado el ‘no pasarán' y que, por mucho que se empeñe, no tiene mayoría para gobernar. Sólo puede hacerlo cediendo al chantaje de Junts.

Dolor profundo ante el secuestro de un partido y de una generación porque solo las mentiras permitirán que ocurra lo que no debería ocurrir. En el programa del PSOE para las elecciones del 23 de julio no había ninguna mención a una amnistía. Pedro Sánchez, tres días antes de las elecciones, se había manifestado en contra. ¿Qué ha cambiado? Nada, solo la necesidad de siete votos de un partido presidido por un prófugo de la justicia. Lo cierto es que el 59 % de los votantes socialistas y el 70 % de todos los votantes están en contra de la amnistía, según Metroscopia. ¿En nombre de quien pretende negociar Sánchez?

Salvador Illa, dirigente del PSC dice en una entrevista en El País que plantear ahora la amnistía es «atender a los resultados del 23 de julio que dieron su apoyo a un gobierno progresista». Es una mentira que no porque se repita muchas veces va a ser verdad. Ni en las urnas ni en el Congreso se ha percibido una mayoría progresista. Se lo acaba de recordar el portavoz del PNV a Sánchez «oiga, que esto no es una coalición de izquierdas, no me haga usted leyes ideológicas sino más al centro derecha». Sánchez lo sabe, pero va a su conveniencia personal. La alternativa no es el PP, pero puede haber otras. Podría ser un pacto PSOE-PP para las cuestiones básicas.
En la misma entrevista dice Illa «no le vamos a pedir a nadie que renuncie a sus ideas políticas». Es una obviedad. En una democracia solo puede ser así. Sin embargo, Sánchez está pidiendo a los militantes socialistas y a los votantes socialistas que renuncien a sus ideas contra la amnistía, ideas que el PSOE defendió hasta ayer y que ahora la abracen porque sí.
Por eso nos duele tanto. Porque sobre una gran mentira se nos pide que cambiemos de idea, de principios. Y eso nunca.

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