Creo que uno de los grandes problemas de la democracia radica en la banalización de la política. Los partidos son el eje sobre el que gira todo el sistema democrático y sin ellos, no hemos encontrado todavía fórmulas de representación de la voluntad popular. Pero los partidos tienen una tendencia inequívoca a la profesionalización que es una forma de deslizarse hacia la nadería ideológica.
Hoy nos encontramos con una legión de personajes públicos criada en su mayoría en los despachos de los partidos, sin vistas a la calle. Nuestros políticos se forman en el arte de conquistar el poder, no en la ambición por cambiar la realidad para mejorarla.
Es hora de contemplar la política como una hermosa aventura desde idearios tan firmes como diversos. Al reflexionar sobre ello recuerdo una frase de Bismarck: «El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación». Y me pregunto: ¿Dónde están nuestros estadistas? ¿Es una especie extinguida?