Ahora es cuando cualquier otro se pondría a recordar aquí a Mark Twain y aquellos «rumores exagerados» a los que en su día el propio escritor atribuyó resignado la publicación en los periódicos americanos de la falsa noticia de su muerte. Igual yo mismo hace mil artículos como este. Ahora, sin embargo, lo que llama mi atención no es que a José Luis Perales lo hayan dado por muerto en Twitter mientras estaba tranquilamente cenando en un restaurante de Londres, sino que tuviera que salir a desmentirlo públicamente haciéndose un vídeo porque la gente no dejaba de marcar su número de móvil, no se sabe muy bien esperando qué. Entiendo que en pleno verano haya pocas cosas más fastidiosas que tener que interrumpir tus vacaciones en la playa para asistir a un funeral (y eso que, al contrario que las bodas, los funerales tienen la ventaja de que salen gratis), pero me pregunto quién puede pretender que sea el mismo muerto el que te confirme el día y la hora. Cuando todavía es posible encontrarte con problemas de cobertura sin necesidad de alejarte mucho de tu casa, no es difícil suponer que, al menos en lo que se refiere al 4G, al más allá los de Movistar todavía no han llegado. Y en cualquiera de los casos, sigue sin ocurrírseme una imagen más dramática que la de un móvil que suena rompiendo el silencio sin que nadie se atreva a responder aunque solo sea para conseguir que deje de sonar.
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