Nerón incendió Roma y viéndola arder se puso a tocar la lira con tal frenesí que hoy al contemplar cómo se queman los montes de la costa Mediterránea, mi muy amada Grecia, o Sicilia y el norte de África, no puedo más que sentir que el chiflado sigue vivo. Multiplicado por cientos. En mil cuerpos y mil fragmentos. De esas fraguas surgen los mapas de los incendios, avivados por las altas temperaturas en un julio que nos quema. El Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) asegura que este mes ha sido el más caluroso en los últimos 120.000 años. Para que luego lleguen y tomen asiento en las gradas del Congreso los negacionistas de Vox. ¿Cómo es posible que cualquier persona con dos dedos de frente les entregue el voto a quien insiste en decir que no hemos sido los sapiens los culpables de este infierno?
Hay que repartir responsabilidades en estos grados mortíferos y hay que darse cuenta y asumir que esas emisiones que se queman en producir y extraer carbón, petróleo y gas, es decir, los que alimentan nuestro modo de vida, nos van a aniquilar. Lo saben las empresas de combustibles fósiles, tienen los datos, los políticos también. Pero igual que Nerón siguen tocando la lira.
Rodeados por los incendios vecinos, aquí andamos acalorados buscando la X de la quiniela de un futuro gobierno tras unos resultados electorales que ni el más listo de la clase adivinó, ni la mejor politóloga acertó. Ya se pueden poner estupendos con los costurones de Frankenstein y que algunos lancen sus dardos del centro a la periferia. Hay que entender este país que está que arde, que se resquebraja de la sequía, que es un habitual de los incendios, y al igual que sucede en el mundo, alimenta y da poder a los emperadores y sus delirios. Con nuestro consentimiento.
Me voy a dar un respiro. Enciendo el ventilador y me sumerjo en el letargo que me proporciona el movimiento hipnótico del giro de sus aspas. Muy Apocalilsis Now, cierto, pero insisto, me concedo un alivio y doy gracias a estos últimos días de brisas y de moderación térmica. Mi ánimo se ha templado esta última semana. Ya sé que otros andan quemados. Con todo, no estaría mal que todos nos diésemos un respirito de esta desconchada España.
A mí me fue bien apuntarme a la dieta precampaña. Por ello he decidido que para preservar mi salud voy a seguir hurtándome de alimentos nocivos, y voy a agarrarme a las buenas compañías, a bailar, reír, irme de viaje a las ciudades invisibles, y ponerme tapones si Nerón vuelve a tocar la lira, porque es tozudo el hombre este.
Le doy vueltas a si vestirme de rosa, aunque nunca me sentó bien este color. Tampoco mis padres me regalaron una Barbie. Para ser francas, no se la pedí. Lo dicho, cuando llegue septiembre, veremos si dejo de adormecerme con las aspas del ventilador fundida en rosa chicle o...