La cinta Su último deseo (Dee Rees 2020) nos recuerda la venta de droga por parte de la CIA para financiar a la contra nicaragüense. En ella la periodista Elena McMaham (Anna Hathaway) se pregunta «¿quién eligió el dinero antes que la vida… quién es el cerdo de la guerra… quien saca el beneficio… quién tiene el corazón helado?» Dinero que controla los medios y por tanto al ciudadano, adormecido por taumaturgos hacedores de humo sin fuego, con brillantes diplomas de carísimas universidades, y trajes de 5.000 euros. Mientras en EUA el 65 % de la población apenas llega a final de mes, y 26 millones (sin contar los ilegales) necesitan varios trabajos para sobrevivir. Un dinero que «necesita» un jet más potente, otra mansión más grande y una joven modelo para reemplazar a su esposa y se justifica con «no es personal, solo son negocios.»
Max Blumenthal presentó en la ONU una auditoría, dirigida por la exoficial de inteligencia Heather Kaiser, que mostró que la multinacional BlackRock posee la mayoría de la deuda de Ucrania (unos 30$ por estadounidense). El pasado mes de mayo, el presidente Zelenski acordó con Laurence D. Fink, máximo responsable de BlackRock, lanzar un proyecto denominado Fondo de Desarrollo para Ucrania, para atraer millones de dólares de inversión pública y privada para la reconstrucción; el Banco Europeo de Inversiones ya ha comprometido 377,3 millones (€). Blumenthal añadió ante la ONU que el Pentágono pagó 4,5 millones ($) a una empresa de buceo –cuya corrupción fue criticada hasta por el senador Thom Tillis del subcomité de las fuerzas armadas– para proporcionar un explosivo no especificado a Ucrania.
Hay puertas giratorias entre la industria militar (Raytheon, Lockheed, Martin, etc.,) y altos cargos. El secretario de Defensa Austin fue directivo de Raytheon. La consultoría WestExec Advisors –con negocios en el sector militar– fue fundada en 2017 por Blinken; participa Avril Haines actual directora de Inteligencia Nacional y el exvicedirector de la CIA David Cohen, junto a una decena de exmiembros del equipo de Biden. La embajadora de los EUA para la ONU Thomas-Greenfield es consejera del grupo Albright Stonebridge, una empresa con contratos de inteligencia y armas fundada por Madeline Albright., exsecretaria de Estado. Blumenthal mantiene posiciones prorrusas, pero sus datos son contrastables, incluso en la propia web de la empresa, donde se mencionan los cargos oficiales que tuvieron sus socios.
Las puertas giratorias no funcionan solo en EUA. Michaelle Fahy, denuncia un contrato de 46.000 millones para construir nueve fragatas Hunter por BAE Systems (Australia) plagado de influencias y que se dirime por un consejo en el que participan dos exejecutivos de la empresa. Según Seymour Hersh, periodista y premio Pulitzer, Turquía dejó de vetar la entrada de Suecia en la OTAN tras la oferta de 11.000 millones ($) de crédito del FMI ofrecido por Biden. Erdogan acordó con Zelenski la venta de drones turcos Bayraktar TB2, fabricados por la empresa de su yerno Selçuk Bayraktar, y del hermano de éste Haluk. Ucrania es el gran negocio, pero si se les va de las manos puede que sea su último deseo.