Los cuclillos no son nada tontos, pero se lo hacen divinamente, y a la que te descuidas ya te han birlado el nido. Discutir con ellos es inútil, porque jamás se dan por enterados, no contestan ninguna pregunta ni dan explicaciones, hacen oídos sordos desdeñosamente, y pasan página ante cualquier asunto vidrioso antes de que se plantee. No usan las mentiras para engañar, pues son tan burdas que no engañan a nadie, sino para exasperar, desquiciar y crispar al oponente, que no da crédito a lo que está oyendo, se pone a la defensiva, se exalta, farfulla y muerde el polvo en el debate. La estrategia del cuclillo es simple, pero muy difícil de implementar, por la impavidez que exige repetir embustes grotescos y atacar las fantasías que él mismo va urdiendo; en realidad, es una astuta evolución de la táctica del avestruz, que mientras esconde la cabeza para no ver ni oír nada, lanza patadas y coces a voleo. Y lo que los atónitos electores vimos el otro día en el primer debate electoral (menos mal que no serán seis), fue una obra maestra de la estrategia del cuclillo, que sacó de quicio desde el primer instante al aún presidente Sánchez, que ya no dio pie con bola en hora y media, mientras hasta los moderadores, estupefactos ante la exhibición del cuclillo, se hacían un lío con los bloques. «Los bloques, los bloques…», se desgañitaban en vano. Puede estar contento el señor Feijóo, y vaya si lo estaba. Al acabar y ya jaleado por los suyos, tuvo arrestos para decir «La verdad tiene que imponerse sobre la mentira», reforzando así la impresión inverosímil de que realmente se creía lo que estaba diciendo, algo fundamental para que funcione la estrategia del cuclillo. Hacerse el tonto, no darse por enterado, oír las réplicas como quien oye llover, no argumentar nada. Turulato y fuera de sí estaba el señor presidente, incapaz de gestionar tanta desfachatez. Por lo demás, lógicamente, ambos se echaron en cara las malas compañías, cual si fuesen cubos de aguas fecales, y no faltó la clásica irrupción de ETA, especialmente asquerosa. ¿Incluye esa estrategia del cuclillo meter los asesinatos de ETA? Desde luego, así ganaron las autonómicas. Para qué cambiar lo que funciona.
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